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Desarrollo de país
Se fue, se fue, se fue…
El pleito por el pisto inició con el método de aprobación de la ampliación del presupuesto 2024.
José Santiago Molina
1 de diciembre de 2025
|
00:01h
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Entre los muchísimos dichos del locutor de béisbol Abdón Rodríguez Zea estaban: “Ave María Purísima”, “Te fuiste Marcelina”, “Estará bueno o no”, “Se va, se va y se fue”. Esos dichos me hacen pensar que lo que pasó de madrugada en el Congreso el miércoles de la semana pasada se podría decir: Se fue, se fue, se fue.
El Presupuesto 2026 seguramente tiene inconstitucionalidades e ilegalidades.
Se fue el respeto por la mayoría de los diputados si es que aun había algo, se fue el respeto por el gobernante y su ministro de Finanzas —también diputado, pero con permiso— por la irresponsabilidad de la propuesta y se fue el poder de la presión mediática de los analistas económicos, del sector académico y del sector privado por detener la aprobación de semejante aberración. Ahora solo queda la vía legal y la plaza.
Ese pleito por el pisto que inició con el método de aprobación de la ampliación del presupuesto 2024, que siguió con la aprobación hace un año del presupuesto 2025 —que no logran ejecutarlo— y ahora por este, que es 235% más alto que el del 2015, tiene a muchos en la calle hablando del tema. Es conocido que el método se lo diseñó un asesor al ministro de Finanzas en agosto del año pasado, otorgando obras vía gastos extraordinarios a los diputados distritales para que, a través de los Consejos Departamentales de Desarrollo, hagan mejoras sustanciales en sus distritos. Al inicio, con la ampliación del presupuesto 2024, se decía que era alrededor de Q4 millones por diputado. Ahora se estima que llega a Q50 millones por diputado.
Ante esta oscura aprobación de un presupuesto desproporcionado y desfinanciado de Q163 mil millones, con el precedente de que el mismo mandatario en campaña indicaba que, del Presupuesto de la Nación se estimaba que entre 30% y 40% se iba en corrupción, no quiero ni pensar cuánto puede ser ahora con estos montos, porque nada ha cambiado en los controles. Para fiscalizar existe la institucionalidad para hacerlo, pero hay precedentes de que no se cumple. Toca fiscalización de la ciudadanía, de los medios de comunicación y de las organizaciones empresariales, académicas y de sociedad civil, porque proveniente de oposición política ya no podemos considerar más que a unos pocos.
Lo delicado de todo esto es la gente y el país. Lo que más necesitamos es seguridad ciudadana y eso se ha ido deteriorando durante esta gestión. El costo de vida, iniciando por el costo de los medicamentos, no mejora y eso fue promesa de campaña. El intento de compras vía Unops les falló. Las carreteras siguen deteriorándose y ya tienen nueva ley para trabajar las principales, además de recursos para todas. Eso lo reclamamos todos. También hay que revisar escuelas públicas, calidad de la educación, hospitales públicos, centros de salud, etc.
Este gobierno ha ido incrementando el empleo en las instituciones del Ejecutivo porque esa es parte de su estrategia político-electoral para atraer votos. La mayor parte del presupuesto se va a gasto y no a inversión. Más gasto, en la mayor parte de los casos, es en salarios. Un aparato estatal grande es parte del pensamiento político de los semilleros y eso necesita financiarse para poder pagarle a los colaboradores.
La narrativa de la deuda social sobre el nivel de pobreza en el país y la falta de oportunidades es cierta. Estos presupuestos semilleros no resuelven eso, sino que empeoran al más necesitado.
El Presupuesto 2026 seguramente tiene inconstitucionalidades e ilegalidades. Tocará plantear las acciones legales bien sustentadas y tocará a los magistrados proceder acorde a ley.
Ahora bien, en 2027, del dinero de extraordinarios de estos años, buena parte seguramente lo usarán los beneficiados para las campañas electorales y puede ser que esa estrategia no le resulte al gobierno, ya que la mayor parte en el Congreso son de partidos distintos y de pensamiento político distinto.
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