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El pasado miércoles causó gran sorpresa en el país el anuncio hecho por el presidente Luis Abinader de que áreas restringidas del Aeropuerto Las Américas y de la Base Aérea de San Isidro iban a ser usadas por los Estados Unidos para apoyar logísticamente las acciones antidrogas en el Caribe.
La visita del Secretario de Guerra de los Estados Unidos, Peter Hegseth, en medio de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, puso a muchos a pensar sobre el tema de la soberanía. Y aunque algunos tienen opiniones distintas, otros consideran que se trata de una posición entreguista, cosa que no comparto.
Para el gobierno del presidente Abinader, facilitar o autorizar el permiso se justificó en el amparo del Acuerdo de Interdicción Marítima y Aérea firmado en 1995 y su ampliación mediante el Protocolo de Enmienda de 2003, que establecen reglas claras de coordinación y autorización.
Además, la administración de Abinader consultó, a través del canciller Roberto Álvarez, a los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, según una información dada a conocer por el periodista Julio Martínez Pozo, que no fue desmentida ni aclarada por los exgobernantes.
Este dato, y otros que daré en breve, me llevan a pensar que la autorización de la República Dominicana no solo obedece a intereses de Estados Unidos, sino a operaciones conjuntas de esa nación para combatir el narcotráfico no solo en el Caribe venezolano, sino también en el entorno haitiano.
La otra evidencia de mi argumento sobre Haití se basa en que el 10 de noviembre de 2015 fueron apresados en Haití Efraín Antonio Campos Flores y Francisco Flores de Freitas, ambos sobrinos de Cilia Flores, primera dama de Venezuela y esposa de Nicolás Maduro, en una operación de la policía haitiana y la DEA, con 800 kilos de cocaína, por lo que recibieron una condena de 18 años de prisión en Estados Unidos.
Este hecho no es una confirmación de las operaciones del denominado Cártel de los Soles, pero sí una afirmación de que personas cercanas a los círculos de poder en Venezuela tienen vínculos con el narcotráfico internacional.
Otro caso de mucho renombre es el de Fabio Lobo, apresado en mayo de 2015 en Puerto Príncipe, Haití, hijo del expresidente de Honduras Porfirio Lobo; una muestra más de la infiltración del narcotráfico internacional en Haití.
Estos apresamientos de figuras vinculadas al poder político de otras naciones del área coinciden con la caída en Haití de autoridades políticas y el crecimiento de las bandas, lo que implica que la vecina nación es un área utilizada por el narcotráfico para sus operaciones o para almacenar drogas.
Insisto: la autorización a Estados Unidos de usar nuestros aeropuertos es una evidencia de que la lucha no es solo con Venezuela, sino con todo el Caribe, y que implica a Haití, porque esa nación pasó de ser un Estado fallido a un Estado jodido, donde las bandas financiadas por el narcotráfico imponen el orden de las balas, añadiendo que la República Dominicana ha incautado la mayor cantidad de drogas en tiempo récord.
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La visita del Secretario de Guerra de los Estados Unidos, Peter Hegseth, en medio de las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, puso a muchos a pensar sobre el tema de la soberanía. Y aunque algunos tienen opiniones distintas, otros consideran que se trata de una posición entreguista, cosa que no comparto.
Para el gobierno del presidente Abinader, facilitar o autorizar el permiso se justificó en el amparo del Acuerdo de Interdicción Marítima y Aérea firmado en 1995 y su ampliación mediante el Protocolo de Enmienda de 2003, que establecen reglas claras de coordinación y autorización.
Además, la administración de Abinader consultó, a través del canciller Roberto Álvarez, a los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, según una información dada a conocer por el periodista Julio Martínez Pozo, que no fue desmentida ni aclarada por los exgobernantes.
Este dato, y otros que daré en breve, me llevan a pensar que la autorización de la República Dominicana no solo obedece a intereses de Estados Unidos, sino a operaciones conjuntas de esa nación para combatir el narcotráfico no solo en el Caribe venezolano, sino también en el entorno haitiano.
La otra evidencia de mi argumento sobre Haití se basa en que el 10 de noviembre de 2015 fueron apresados en Haití Efraín Antonio Campos Flores y Francisco Flores de Freitas, ambos sobrinos de Cilia Flores, primera dama de Venezuela y esposa de Nicolás Maduro, en una operación de la policía haitiana y la DEA, con 800 kilos de cocaína, por lo que recibieron una condena de 18 años de prisión en Estados Unidos.
Este hecho no es una confirmación de las operaciones del denominado Cártel de los Soles, pero sí una afirmación de que personas cercanas a los círculos de poder en Venezuela tienen vínculos con el narcotráfico internacional.
Otro caso de mucho renombre es el de Fabio Lobo, apresado en mayo de 2015 en Puerto Príncipe, Haití, hijo del expresidente de Honduras Porfirio Lobo; una muestra más de la infiltración del narcotráfico internacional en Haití.
Estos apresamientos de figuras vinculadas al poder político de otras naciones del área coinciden con la caída en Haití de autoridades políticas y el crecimiento de las bandas, lo que implica que la vecina nación es un área utilizada por el narcotráfico para sus operaciones o para almacenar drogas.
Insisto: la autorización a Estados Unidos de usar nuestros aeropuertos es una evidencia de que la lucha no es solo con Venezuela, sino con todo el Caribe, y que implica a Haití, porque esa nación pasó de ser un Estado fallido a un Estado jodido, donde las bandas financiadas por el narcotráfico imponen el orden de las balas, añadiendo que la República Dominicana ha incautado la mayor cantidad de drogas en tiempo récord.
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