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Entre 2013 y 2019, Paraguay experimentó un crecimiento significativo en el número de contribuyentes, reflejo de una mayor formalización económica y del fortalecimiento de la administración tributaria. El Impuesto al Valor Agregado (IVA) pasó de 411.640 contribuyentes en 2013 a 650.628 en 2019, un incremento del 58%, impulsado por la expansión del comercio formal. El entonces Impuesto a la Renta del Pequeño Contribuyente (IRPC), por su parte, había crecido de 161.914 a 266.258 contribuyentes en el mismo periodo, equivalente a un aumento del 64%. Mientras que el Impuesto a la Renta Comercial, Industrial o de Servicios (Iracis) avanzó de 175.037 a 193.140, una suba del 10%.
Uno de los cambios más relevantes se observó en el Impuesto a la Renta Personal (IRP), que pasó de 11.604 contribuyentes en 2013 a 142.203 en 2019, implicando un crecimiento extraordinario vinculado a la ampliación gradual de este tributo. En el sector agropecuario, el Iragro había aumentado de 38.566 a 51.152 contribuyentes, equivalente a +33%. Finalmente, el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) se mantuvo prácticamente estable, con una caída leve de 323 a 299 contribuyentes entre 2013 y 2019, consistente con su carácter selectivo aplicado a pocos actores.
Tras 2020, la Reforma Tributaria reorganizó el esquema impositivo y la evolución de los contribuyentes refleja ese cambio. El IVA continuó en expansión: entre 2020 (721.277 contribuyentes) y septiembre de 2025 (1.026.402), el aumento fue del 42%, consolidando su rol central en la recaudación. El ISC siguió estable, con una variación marginal de 304 a 314 contribuyentes.
Los antiguos impuestos empresariales (IRPC e IRACIS) dejaron de crecer, ya que los contribuyentes migraron a los regímenes del Impuesto a la Renta Empresarial (IRE). En este nuevo esquema, alcanzó 719.962 contribuyentes a septiembre de 2025 de 530.949 inicialmente en 2020 (35,6% de crecimiento), revelando un avance sólido de la formalización de este segmento.
En el universo de renta personal, el padrón del IRP personal se estabilizó después de la pandemia, moviéndose entre 180.000 y más de 280.000 contribuyentes. El IRP capital, introducido con la reforma, muestra un crecimiento contundente: pasó de 12.244 contribuyentes en 2020 a 53.621 en 2025, lo que representa un aumento del 338%, reforzando la tributación sobre las rentas del capital.
En conjunto, el periodo 2020-2025 refleja un sistema más diversificado, con regímenes simplificados en fuerte expansión y una carga tributaria mejor distribuida entre actividades. Esta evolución confirma que el IVA continúa siendo la columna vertebral del sistema tributario, no solo por su capacidad recaudatoria, sino también por su alcance masivo en la formalización económica. Sin embargo, esta centralidad plantea desafíos que merecen atención. El IVA, por su naturaleza, es un impuesto regresivo: afecta proporcionalmente más a los hogares de menores ingresos, que destinan una mayor parte de su presupuesto al consumo. En un contexto donde la informalidad sigue siendo elevada y donde los trabajadores de menores ingresos se encuentran menos representados en tributos directos, la dependencia creciente del IVA puede profundizar desequilibrios distributivos si no se acompaña de medidas compensatorias.
El avance de los regímenes simplificados del IRE, la expansión del IRP Capital y la estabilidad del IRP Personal abren una oportunidad para construir un esquema más equilibrado, en el que los impuestos directos ganen progresivamente mayor peso. El desafío hacia adelante consiste en compatibilizar eficiencia recaudatoria con equidad, fortaleciendo la tributación sobre renta y patrimonio y reduciendo gradualmente la presión excesiva sobre el consumo. Solo así el proceso de formalización podrá traducirse también en un sistema más justo y sostenible.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones
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Uno de los cambios más relevantes se observó en el Impuesto a la Renta Personal (IRP), que pasó de 11.604 contribuyentes en 2013 a 142.203 en 2019, implicando un crecimiento extraordinario vinculado a la ampliación gradual de este tributo. En el sector agropecuario, el Iragro había aumentado de 38.566 a 51.152 contribuyentes, equivalente a +33%. Finalmente, el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) se mantuvo prácticamente estable, con una caída leve de 323 a 299 contribuyentes entre 2013 y 2019, consistente con su carácter selectivo aplicado a pocos actores.
Tras 2020, la Reforma Tributaria reorganizó el esquema impositivo y la evolución de los contribuyentes refleja ese cambio. El IVA continuó en expansión: entre 2020 (721.277 contribuyentes) y septiembre de 2025 (1.026.402), el aumento fue del 42%, consolidando su rol central en la recaudación. El ISC siguió estable, con una variación marginal de 304 a 314 contribuyentes.
Los antiguos impuestos empresariales (IRPC e IRACIS) dejaron de crecer, ya que los contribuyentes migraron a los regímenes del Impuesto a la Renta Empresarial (IRE). En este nuevo esquema, alcanzó 719.962 contribuyentes a septiembre de 2025 de 530.949 inicialmente en 2020 (35,6% de crecimiento), revelando un avance sólido de la formalización de este segmento.
En el universo de renta personal, el padrón del IRP personal se estabilizó después de la pandemia, moviéndose entre 180.000 y más de 280.000 contribuyentes. El IRP capital, introducido con la reforma, muestra un crecimiento contundente: pasó de 12.244 contribuyentes en 2020 a 53.621 en 2025, lo que representa un aumento del 338%, reforzando la tributación sobre las rentas del capital.
En conjunto, el periodo 2020-2025 refleja un sistema más diversificado, con regímenes simplificados en fuerte expansión y una carga tributaria mejor distribuida entre actividades. Esta evolución confirma que el IVA continúa siendo la columna vertebral del sistema tributario, no solo por su capacidad recaudatoria, sino también por su alcance masivo en la formalización económica. Sin embargo, esta centralidad plantea desafíos que merecen atención. El IVA, por su naturaleza, es un impuesto regresivo: afecta proporcionalmente más a los hogares de menores ingresos, que destinan una mayor parte de su presupuesto al consumo. En un contexto donde la informalidad sigue siendo elevada y donde los trabajadores de menores ingresos se encuentran menos representados en tributos directos, la dependencia creciente del IVA puede profundizar desequilibrios distributivos si no se acompaña de medidas compensatorias.
El avance de los regímenes simplificados del IRE, la expansión del IRP Capital y la estabilidad del IRP Personal abren una oportunidad para construir un esquema más equilibrado, en el que los impuestos directos ganen progresivamente mayor peso. El desafío hacia adelante consiste en compatibilizar eficiencia recaudatoria con equidad, fortaleciendo la tributación sobre renta y patrimonio y reduciendo gradualmente la presión excesiva sobre el consumo. Solo así el proceso de formalización podrá traducirse también en un sistema más justo y sostenible.
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