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Por qué Guatemala vive la Navidad como hoy la conocemos
Las posadas en las calles, los nacimientos en los hogares y los villancios la Navidad en Guatemala no surgieron por casualidad. Muchas de estas tradiciones tienen su origen en la llegada de un fraile español que, hace más de tres siglos, transformó la forma de vivir la fe en el país: el Santo Hermano Pedro de Betancur.
Ingrid Reyes
16 de diciembre de 2025
|
12:28h
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La Iglesia católica celebra la venida de Jesucristo al mundo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL El 25 de diciembre)
“Aunque en chiquito este niño bello, sepa todo el mundo que es rey del cielo”, decía el Santo hermano Pedro de Betancur mientras vivió en Guatemala desde su llegada en 1651.
Gustavo González Villanueva, en su libro Calles y caminos del santo Hermano Pedro de San José de Betancur, refiere que cuando llegó el primer domingo de Adviento, quienes se encontraban con él le preguntaban qué llevaba en la copa del sombrero que sostenía con el brazo izquierdo. Sonreía y les mostraba el interior del sombrero: en el fondo había colocado un grabado de la Santísima Virgen y de San José, adornado con florecitas silvestres. Los curiosos reían, y el Hermano Pedro les explicaba que había que prepararse, porque el Niño Jesús iba a nacer.
“Una buena confesión general y rezar el rosario todos los días era una buena preparación”, relataba. Villanueva también comenta que, al llegar la Navidad, el Hermano Pedro se reunía con niños para ensayar cantos y felicitar a la Santísima Virgen y a San José.
“El gozo del Hermano Pedro se plasmaba en un nacimiento que cada año ocupaba más espacio; reunía más flores, más pajarillos; ofrecía más curiosidades y sorpresas. Las figuras de incontables ángeles y pastorcillos de madera, barro o tusa cobraban vida en niñas y niños vestidos de ángeles y robustos pastores, que, encabezados por el Hermano Pedro, cantaban y danzaban”. Además del nacimiento, también dio inicio a la costumbre del rezo del Desamparo, la noche del 24 de diciembre. La Virgen y San José, representados como peregrinos, pedían posada a través de los cantos y plegarias de los niños que el Hermano Pedro guiaba por las calles de la ciudad.
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Las Posadas
Fray Edwin Alvarado, rector del templo de San Francisco El Grande, comparte que, en un principio, estas se realizaban frente a las fachadas de las iglesias. En aquel tiempo no se hacían nacimientos en las casas; solo los templos estaban autorizados para montarlos. Con la participación de niños del lugar, religiosos y religiosas, se hacía el recorrido mientras se cantaba y danzaba.
“Él quería que la Navidad fuera preparada a nuestra manera”, señala Alvarado. El religioso también agrega que se hacían rosarios de manzanilla.
Esta tradición busca recordar el camino de José y María hacia Belén, así como la preparación del pueblo de Israel para recibir al Salvador. Durante la procesión se hace una lectura, una oración, se reza un misterio del santo rosario y las letanías. No es necesario cantarlas en su totalidad; se canta lo que dura la procesión. Al llegar a la puerta del lugar que dará posada a los peregrinos, se recita la antífona del rosario.
Se trata de una representación simbólica de la búsqueda de hospedaje por parte de José y María, en su intento por encontrar un lugar para el nacimiento del Niño Dios. Los cantos también forman parte de esta tradición.
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En el 2025, esta costumbre comienza el martes 16 y finaliza el miércoles 24 de diciembre, pues se celebra durante nueve días, que representan los nueve meses del embarazo de la Virgen María, según explica Alvarado.
“Las novenas han existido en el catolicismo, más o menos, desde la Edad Media”, indica el doctor en Historia Aníbal Chajón. Por ello, casi 10 siglos después —en tiempos coloniales—, ya eran ampliamente conocidas tanto por religiosos como por feligreses. “No eran novedad, pero encontraron una forma de evangelizar por medio de ellas”, agrega. La variante, señala, es que al sumarse el peregrinaje de imágenes sobre andas —impulsado por el Santo Hermano Pedro— se volvieron lúdicas en el contexto guatemalteco. Al finalizar la posada también es común tomar ponche o alguna bebida caliente, y en algunos hogares se sirve una refacción.
El Calvario, en Antigua Guatemala, fue remozado este año. Parte de la inauguración de este templo con 300 años de antigüedad fue llevar una posada que recorrió calles de la ciudad en octubre último, con la imagen del Santo Hermano Pedro, así como las de Jesús y María. (Foto Prensa Libre: cortesía San Francisco El Grande)
El libro de Lucas (2, 4-7) relata: “José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que, estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.
Los nacimientos o belenes
Una investigación de National Geographic explica que las primeras representaciones belenísticas se deben buscar en las catacumbas de la época romana, en especial en un fresco de principios del siglo II hallado en la conocida como Capella Greca (capilla griega), en las catacumbas de Priscila en la Vía Salaria de Roma. La escena muestra a la Virgen María estrechando en su pecho al Niño Jesús envuelto en pañales. Frente a ellos aparecen los tres magos de Oriente, que visten una túnica corta. Cerca de dos siglos después, en el año 320, se adoptó oficialmente el 25 de diciembre como la fecha oficial del nacimiento de Cristo, el mismo día en que los romanos celebraban la festividad del Sol Invictus para conmemorar el solsticio de invierno.
Tomás de Celano, biógrafo de San Francisco de Asís, describió la noche de Navidad de 1223. Este año se cumplen 802 aniversarios de esa escena. Ahí, San Francisco de Asís quiso vivir el nacimiento de Jesús en estas fechas y traer ese momento a una cueva. Esto en un lugar llamado Greccio, en Italia, uno de los pueblos más pintorescos de la localidad.
Ahí colocó el pesebre con el heno, el buey y el asno. La gente que se había congregado manifestó una alegría indecible, nunca antes experimentada, ante la escena de la Navidad. A continuación, el sacerdote celebró solemnemente la Eucaristía en el pesebre, mostrando el vínculo entre la Encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión no había estatuillas en Greccio: el belén lo hacían y lo vivían los presentes, se explica en el libro El belén del papa Francisco, lanzado en 2023. “Estoy convencido de que el primer belén, que llevó a cabo una gran obra de evangelización, puede ser también hoy ocasión de suscitar asombro y admiración. Así, lo que san Francisco comenzó con la sencillez de aquel signo persiste hasta nuestros días, como forma genuina de la belleza de nuestra fe”, escribió el papa Francisco, quien falleció en abril del 2025.
“En la Europa medieval, los nacimientos se montaban solo en las iglesias. Para el Renacimiento, los belenes o pesebres con figuras esculpidas eran una tradición bien establecida que los españoles introdujeron en el Nuevo Mundo a partir del siglo XVI. Aunque la tradición de los nacimientos y las posadas se atribuye frecuentemente al Santo Hermano Pedro, posiblemente ya existían en Guatemala antes de su llegada, pero es indudable su mérito de haber promovido y expandido a toda Latinoamérica esas tradiciones franciscanas”, explica Miguel Torres, miembro de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, en una investigación. “Los nacimientos domésticos surgieron en nuestro país con bella imaginería pequeña. Fueron popularizados por el Santo, quien trasladó las tradiciones navideñas de las iglesias a los hogares. Los nacimientos fueron enriquecidos en Guatemala con tradiciones prehispánicas, como la adición de una diversidad de frutas y hojas aromáticas o decorativas, refiere Torres.
¿Qué se conoce del Santo Hermano Pedro?
Nació un 19 de marzo —día de San José— de 1626, en uno de los pueblos más altos de España: Vilaflor de Chasna, en la isla de Tenerife, del archipiélago canario. Actualmente el archipiélago está constituido por siete islas: Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife, El Hierro, La Gomera y La Palma.
Sus padres fueron Amador González de la Rosa —este adoptó el apellido de su abuelo materno, Juan Betancur— y Ana García, ambos naturales de Vilaflor. Su llegada a Guatemala fue histórica, pues su legado permanece vivo en tradiciones, costumbres y devociones que siempre quiso transmitir a la comunidad, en especial a los niños. El libro Los caminos del Hermano Pedro: de la comarca de Chasna en Tenerife al valle de Panchoy en Guatemala, de José Juan Cano Delgado y Miguel Francisco Torres Rubín, describe que el Hermano Pedro llegó muy enfermo a la hoy Antigua Guatemala, debido a las muchas hambres y fiebres que padeció a la intemperie. Arribó al país el 18 de febrero de 1651. “Se llenó de gran emoción cuando llegó al cerro Buena Vista, en Petapa, desde donde se contempla la hermosa ciudad llena de iglesias y conventos, que en ese momento era, junto con México y Lima, una de las más importantes de América.
Se arrodilló y, con el rostro cubierto por su capa, rezó una salve a la Reina de los Ángeles. Luego, puesto de pie, exclamó su famosa frase: “Aquí he de vivir y morir”. También es muy conocida la anécdota de que, cuando el Hermano Pedro llegó a un pequeño puente sobre el río Pensativo, conocido como puente de las Monjas de la Concepción o puente del Matasano, a las 14 horas, besó la tierra, y en ese momento comenzó una sucesión de temblores que duraron hasta el día siguiente. Varios templos y casas sufrieron daños estructurales en la ciudad colonial. El Hermano Pedro, lleno de susto y confusión, se tendió al suelo y clamó: “¡Ay, Señor! Ya veo que, por entrar un tan pecador como yo, envías este castigo a esta ciudad”.
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