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Mauricio Diaz
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Hace pocos días se conoció que un tiktoker de la ciudad de El Alto daba el salto a la política de la mano del tiktokero vicepresidente boliviano Edmand Lara, quien, a su vez, es criticado por el presidente del país, Rodrigo Paz, por esa poco formal manera de comunicarse con la población, aunque él mismo, tanto esas críticas como sus propias actividades de gestión y personales, las difunda incesantemente mediante esta red social y otras.
Se trata de los “politiktokers” que florecen y logran llegar a públicos diversos y enganchados a los celulares, prácticamente toda la población y especialmente joven. A esa juventud apunta desde hace unos años el empresario y candidato presidencial consuetudinario Samuel Doria Medina, inicialmente, mediante vídeos cortos y divertidos. Hoy prácticamente no hay político que no utilice estas redes sociales y no hay persona que quiera llegar a la política mediante su servicio.
Por supuesto, también están periodistas y “opinadores” que buscan ganar los “like” o “me gusta” día a día; aunque, como los políticos, no siempre difundan información rigurosa y, en muchos casos, contribuyan al “discurso del odio” que algunos países, como España, pretenden legislar.
El asunto es que los politiktokers son fundamentalmente hombres. Datos de IA, que toma varias fuentes, nos dan una idea de la población boliviana usuaria de TikTok: hay 7,5 millones en esta red, que crece día a día y se equipara al Facebook; llega casi al 60% de la población y al 80% de la gente que tiene Intenet en Bolivia; son fundamentalmente jóvenes de 18 a 30 años.
Hay mucha gente que se apunta al TikTok para observar, informarse, conocer, seguir y, en ese sentido, no es de extrañar que la “audiencia” sea mayoritariamente femenina (51,9%). Pero el uso entre hombres y mujeres no es el mismo. Un repaso a webs que hablan de principales tiktokers de Bolivia lo muestra, por ejemplo, Favikon señala a 20 que tienen más gente que les siga, donde solo siete son mujeres, dedicadas fundamentalmente a temas de moda y maquillaje, y algo de humor; mientras que entre los 13 varones hay dos que están en la política y el resto hacen muchos relatos de humor y situaciones cotidianas variadas.
Los datos siempre son insuficientes en Bolivia, especialmente en cuanto a relaciones de género se trata; pero basta con observar en nuestras cuentas de redes sociales y ver a cuántos hombres y mujeres en la política seguimos. La gran mayoría son hombres. Aunque todo tiktoker se posiciona políticamente en momentos de crisis y de polarización política.
Un asunto de cuidado, y sobre el que las autoridades bolivianas no entran y ni se plantean entrar aún, es el ataque con contenido sexista y agresivo machista que sufren las mujeres cuando se atreven a opinar de cualquier tema, más si es un “asunto de hombres” como la política.
Es más, estudios realizados en España sobre el uso de redes sociales señalan que existe un mayor visionado o viralidad si el contenido que se publica es sexista o machista, razón por la que hay quienes optan por usar ese tipo de contenidos.
El politiktoker Gabriel Severo Mamani, presentado por Lara como candidato a la Alcaldía de El Alto, se dio a conocer por sus ataques a la actual alcaldesa de El Alto, Eva Copa, y tiene como contenido fijo su rechazo total a la Ley 348 que sanciona las violencias machistas hacia las mujeres. Es un misógino debido al contenido que publica.
Las redes sociales son un espacio público más, quizás hoy el de mayor peso, en un mundo con nuevas herramientas comunicativas globalizadas. Un espacio en una sociedad patriarcal, concepto que señala que existe una estructura social que favorece a los hombres en relación a las mujeres, que les otorga un estatus de privilegio desde que son concebidos y les beneficia a lo largo de su vida.
El ser personaje público y con gente que le siga es un instrumento de poder, porque puede ser muy influyente; por eso Lara logró la vicepresidencia y por Lara es que Rodrigo Paz es presidente, todo gracias a las redes sociales.
Las redes sociales son, pues, un terreno masculino y machista y, por ello, también un espacio de riesgo para las mujeres, por lo que muchas evitan su exposición y se conforman con ser observadoras; sin embargo, cada espacio debe ser conquistado y, en ese sentido, aunque son las nuevas generaciones de mujeres que lo están haciendo, es necesario que también lo hagan en una dirección contraria al patriarcado.
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Se trata de los “politiktokers” que florecen y logran llegar a públicos diversos y enganchados a los celulares, prácticamente toda la población y especialmente joven. A esa juventud apunta desde hace unos años el empresario y candidato presidencial consuetudinario Samuel Doria Medina, inicialmente, mediante vídeos cortos y divertidos. Hoy prácticamente no hay político que no utilice estas redes sociales y no hay persona que quiera llegar a la política mediante su servicio.
Por supuesto, también están periodistas y “opinadores” que buscan ganar los “like” o “me gusta” día a día; aunque, como los políticos, no siempre difundan información rigurosa y, en muchos casos, contribuyan al “discurso del odio” que algunos países, como España, pretenden legislar.
El asunto es que los politiktokers son fundamentalmente hombres. Datos de IA, que toma varias fuentes, nos dan una idea de la población boliviana usuaria de TikTok: hay 7,5 millones en esta red, que crece día a día y se equipara al Facebook; llega casi al 60% de la población y al 80% de la gente que tiene Intenet en Bolivia; son fundamentalmente jóvenes de 18 a 30 años.
Hay mucha gente que se apunta al TikTok para observar, informarse, conocer, seguir y, en ese sentido, no es de extrañar que la “audiencia” sea mayoritariamente femenina (51,9%). Pero el uso entre hombres y mujeres no es el mismo. Un repaso a webs que hablan de principales tiktokers de Bolivia lo muestra, por ejemplo, Favikon señala a 20 que tienen más gente que les siga, donde solo siete son mujeres, dedicadas fundamentalmente a temas de moda y maquillaje, y algo de humor; mientras que entre los 13 varones hay dos que están en la política y el resto hacen muchos relatos de humor y situaciones cotidianas variadas.
Los datos siempre son insuficientes en Bolivia, especialmente en cuanto a relaciones de género se trata; pero basta con observar en nuestras cuentas de redes sociales y ver a cuántos hombres y mujeres en la política seguimos. La gran mayoría son hombres. Aunque todo tiktoker se posiciona políticamente en momentos de crisis y de polarización política.
Un asunto de cuidado, y sobre el que las autoridades bolivianas no entran y ni se plantean entrar aún, es el ataque con contenido sexista y agresivo machista que sufren las mujeres cuando se atreven a opinar de cualquier tema, más si es un “asunto de hombres” como la política.
Es más, estudios realizados en España sobre el uso de redes sociales señalan que existe un mayor visionado o viralidad si el contenido que se publica es sexista o machista, razón por la que hay quienes optan por usar ese tipo de contenidos.
El politiktoker Gabriel Severo Mamani, presentado por Lara como candidato a la Alcaldía de El Alto, se dio a conocer por sus ataques a la actual alcaldesa de El Alto, Eva Copa, y tiene como contenido fijo su rechazo total a la Ley 348 que sanciona las violencias machistas hacia las mujeres. Es un misógino debido al contenido que publica.
Las redes sociales son un espacio público más, quizás hoy el de mayor peso, en un mundo con nuevas herramientas comunicativas globalizadas. Un espacio en una sociedad patriarcal, concepto que señala que existe una estructura social que favorece a los hombres en relación a las mujeres, que les otorga un estatus de privilegio desde que son concebidos y les beneficia a lo largo de su vida.
El ser personaje público y con gente que le siga es un instrumento de poder, porque puede ser muy influyente; por eso Lara logró la vicepresidencia y por Lara es que Rodrigo Paz es presidente, todo gracias a las redes sociales.
Las redes sociales son, pues, un terreno masculino y machista y, por ello, también un espacio de riesgo para las mujeres, por lo que muchas evitan su exposición y se conforman con ser observadoras; sin embargo, cada espacio debe ser conquistado y, en ese sentido, aunque son las nuevas generaciones de mujeres que lo están haciendo, es necesario que también lo hagan en una dirección contraria al patriarcado.
Drina Ergueta
es periodista y antropóloga
es periodista y antropóloga
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