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Faustina Agüero
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Monseñor ignacio Gogorza hizo un fuerte llamado de atención sobre las consecuencias de la corrupción, durante la homilía de la misa de las 19:00 del primer día del novenario en honor a la Virgen de Caacupé en la Basílica. Afirmó que es una de las mayores amenazas para la vida digna del pueblo:
“Promover el bien común para una vida digna en Paraguay implica, entre otras cosas, superar la corrupción, porque esa saca confianza y dignidad a la persona. Una persona corrupta no es confiable. Una persona corrupta no ama a las personas, busca su interés. Una persona corrupta destruye a la sociedad, y una persona corrupta adormece a aquellos que están a su alrededor, porque los compra”, resaltó.
Agregó que para cambiar esta situación se debe fortalecer la educación, crear empleos de calidad y asegurar servicios básicos como salud y vivienda digna. Aunque reconoció que “algo se ha hecho, pero aún falta mucho por hacer”, insistió en que solo será posible avanzar si se opta por “amar verdaderamente a nuestra patria”.
En su reflexión sobre la realidad nacional, el obispo fue enfático al señalar que, en el Paraguay actual, la exigencia del destino universal de los bienes adquiere “un relieve singular y dramático de las desigualdades que existen”. Recalcó que los gobernantes están obligados a buscar el bien común con honestidad, espíritu de servicio y leyes justas.
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“Querido monseñor Ricardo, obispo de Caacupé, queridos hermanos sacerdotes concelebrantes, queridos diáconos, queridos hermanos, queridas hermanas, una vez más la Virgen nos invita a su casa para orar y reflexionar acerca del modo como tenemos que vivir como hijos de Dios y ser constructores del reino que vino a instaurar, reino que se fundamenta en la fe, en la justicia y en el amor. Tres virtudes cuya vivencia nos ayudará a ser promotores del bien común para una vida digna”, expresó el obispo.
Destacó que el Evangelio de la multiplicación de los panes, donde Jesús demuestra compasión hacia la multitud: “Dar de comer a todos y respeto a la dignidad de las personas”, señaló, destacando que el Señor “no permitía enviarlas sin los medios necesarios para su subsistencia”.
Añadió que Jesús impulsa a los discípulos a confiar y a compartir lo que tienen: “Les prueba en la confianza en su persona, en su generosidad y en su aceptación de compartir con todos lo poco que tienen”.
A partir de este pasaje, monseñor Ignacio Gogorza explicó que los valores evangélicos son indispensables para promover el bien común. Recordó que el bien común implica que “todas las personas deben tener la posibilidad de disfrutar del bienestar necesario para su desarrollo integral”.
“Jesús multiplicó los cinco panes y los dos peces para todos, porque su amor lo llevó a la compasión y solidaridad”, expresó, remarcando que ese ejemplo debe inspirar hoy tanto a las autoridades como a la ciudadanía.
Finalmente, exhortó a cambiar la mentalidad y el corazón: “Es necesario que cambiemos de mentalidad y también de corazón si es preciso. De esa manera seremos todos, sin excepción, personas que buscaremos y desearemos el bien de cada una de las personas que vivimos en este país”.
Pidió a la Virgen de Caacupé que interceda por el Paraguay “para que seamos realmente promotores del bien común, por una vida digna de todos aquellos con quienes compartimos diariamente nuestra vida”.
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“Promover el bien común para una vida digna en Paraguay implica, entre otras cosas, superar la corrupción, porque esa saca confianza y dignidad a la persona. Una persona corrupta no es confiable. Una persona corrupta no ama a las personas, busca su interés. Una persona corrupta destruye a la sociedad, y una persona corrupta adormece a aquellos que están a su alrededor, porque los compra”, resaltó.
Agregó que para cambiar esta situación se debe fortalecer la educación, crear empleos de calidad y asegurar servicios básicos como salud y vivienda digna. Aunque reconoció que “algo se ha hecho, pero aún falta mucho por hacer”, insistió en que solo será posible avanzar si se opta por “amar verdaderamente a nuestra patria”.
En su reflexión sobre la realidad nacional, el obispo fue enfático al señalar que, en el Paraguay actual, la exigencia del destino universal de los bienes adquiere “un relieve singular y dramático de las desigualdades que existen”. Recalcó que los gobernantes están obligados a buscar el bien común con honestidad, espíritu de servicio y leyes justas.
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Orar y reflexionar
“Querido monseñor Ricardo, obispo de Caacupé, queridos hermanos sacerdotes concelebrantes, queridos diáconos, queridos hermanos, queridas hermanas, una vez más la Virgen nos invita a su casa para orar y reflexionar acerca del modo como tenemos que vivir como hijos de Dios y ser constructores del reino que vino a instaurar, reino que se fundamenta en la fe, en la justicia y en el amor. Tres virtudes cuya vivencia nos ayudará a ser promotores del bien común para una vida digna”, expresó el obispo.
Destacó que el Evangelio de la multiplicación de los panes, donde Jesús demuestra compasión hacia la multitud: “Dar de comer a todos y respeto a la dignidad de las personas”, señaló, destacando que el Señor “no permitía enviarlas sin los medios necesarios para su subsistencia”.
Añadió que Jesús impulsa a los discípulos a confiar y a compartir lo que tienen: “Les prueba en la confianza en su persona, en su generosidad y en su aceptación de compartir con todos lo poco que tienen”.
A partir de este pasaje, monseñor Ignacio Gogorza explicó que los valores evangélicos son indispensables para promover el bien común. Recordó que el bien común implica que “todas las personas deben tener la posibilidad de disfrutar del bienestar necesario para su desarrollo integral”.
Llamado final del obispo
“Jesús multiplicó los cinco panes y los dos peces para todos, porque su amor lo llevó a la compasión y solidaridad”, expresó, remarcando que ese ejemplo debe inspirar hoy tanto a las autoridades como a la ciudadanía.
Finalmente, exhortó a cambiar la mentalidad y el corazón: “Es necesario que cambiemos de mentalidad y también de corazón si es preciso. De esa manera seremos todos, sin excepción, personas que buscaremos y desearemos el bien de cada una de las personas que vivimos en este país”.
Pidió a la Virgen de Caacupé que interceda por el Paraguay “para que seamos realmente promotores del bien común, por una vida digna de todos aquellos con quienes compartimos diariamente nuestra vida”.
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