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Lucero Maldonado
Guest
¿Qué se ve y siente al llegar a la cima del Kilimanjaro?
Primero uno ve las nubes abajo, eso hace que allá arriba llueva muy pocas veces, pero hace mucho viento, y uno llega a ese nivel con el oxígeno limitado, tiene un periodo en que libera muchísimas endorfinas como si se hubiera fumado un bate, todo eso es producto de la altura. Tocas la base, te quedas unos quince minutos y empiezas a bajar, solo al bajar unos 800 metros te sientes mucho mejor porque el oxígeno vuelve. Yo bajé de último, después de cierta edad, te puedo decir que cuesta mucho más bajar escaleras que subirlas, sencillamente por el desgaste. Escalar la montaña más alta de África y ascender los casi 6,000 metros del Kilimanjaro trae una larga lista de retos.
Entonces ¿cómo entrenarse física y mentalmente para lograr ese hito?
Roberto Brenes, expresidente de la Bolsa de Valores de Panamá, productor del renombrado café Geisha con tres récords en su haber, y actualmente presidente de la junta directiva de Singular, nos enseña sobre preparación estoica para saber cómo liderar tu propia montaña.
Nací y me crie en Chiriquí, entonces desde pequeño subía cerros, nadaba en ríos, hacía pesca submarina y visitaba islas. Cuando me mudé a Panamá esas aventuras se limitaron y me moví a los deportes organizados: correr, nadar y pedalear. Cuando cumplí 55 años me decidí por el triatlón, una disciplina que me obligó a competir. En 2022 hice mi último Ironman en Panamá, y en los últimos años volví a subir el volcán Barú; compré una finca de café en Piedra Candela, Chiriquí, a 1,600 metros la cual camino, y todo eso me retornó a las vivencias de muchacho en el bosque.
Para ir al Kilimanjaro hay que saber adaptarse a la altura, porque el volcán Barú está a 3,400 metros y el ‘Kili’ llega casi a 6.000 metros. Hay un sitio que recomiendo mucho, Cerro Fábrega en Bocas del Toro, yo tenía setenta y tantos años cuando lo subí por primera vez. Es la segunda elevación más alta del país, apenas 150 metros menos que el Volcán Barú. Lo subí cruzando por Río Sereno, Chiriquí, hasta el poblado de Santa María del Pitier, Costa Rica y entrando a Panamá para escalarlo en dos noches cuando lo recomendable son tres por la cantidad de kilómetros y el ascenso sobre musgo, pues desde que entras estás en el bosque primario del Parque La Amistad. También caminé por trillos desde Boquete a Bocas del Toro, y he caminado varias veces en Darién.
He estado dos veces en Kenia y Tanzania visitando parques, y el Kilimanjaro siempre me llamó la atención, es una montaña majestuosa, además solitaria, no está pegada a ninguna cordillera. Estando en Kenia desde un globo al superar las nubes tuve el Kilimanjaro enfrente. Sentí admiración. Entonces se presentó la oportunidad porque en Panamá el guía Oliver López tiene los contactos en África.
Como vivo a nivel del mar, asistí a un laboratorio de hipoxia para entrenar 14 sesiones con mascarilla en condiciones de oxígeno simuladas ejercitándome sobre una máquina.
Uno llega a Arusha, Tanzania, donde queda el Aeropuerto Internacional del Kilimanjaro. Existen tres entradas para abordar al parque con varias rutas, tomamos la ruta de Machame por siete días. Caminas por lugares donde ves la majestuosidad del Kilimanjaro, y después de cierta altura ya para abajo no ves nada. La noche del quinto día, hicimos campamento, dormimos, y a la medianoche partimos. Pasado el alba se alcanzó la cima en el sexto día.
Llevábamos un grupo de porteadores y cocineros, y cada vez que se hacía campamento se armaban las carpas. Usualmente no almuerzas, no hay campamento para el almuerzo, solo paras, comes algún snack y sigues. Cuando llegas al lugar para dormir se arman las carpas y cenas en una carpa grande con el grupo. Algo importante es que después de cierta altura te miden el oxígeno todos los días y te chequean la presión porque la gente después de los 4,000 metros empieza a enfermarse. A los 3,000 metros inician los dolores de cabeza. Dos personas en el grupo se enfermaron y no siguieron. También llevábamos un teléfono satelital.
La comida era buena, había proteína y mucho carbohidrato. Como he sido triatleta llevé geles de energía, geles de duración, y una mochila de 20 libras con 3 litros de agua que pesa 7 libras, y algo de comida. Los porteadores traían las carpas, las bolsas de dormir y alguna ropa que uno se cambia en los 7 días, además que hace un frío del carajo. Yo fui él que hizo el café todos los días para el grupo. Tomamos café de altura de Tanzania, ellos también tienen muy buen café, y lo preparaba en una pequeña prensa francesa.
Tengo tantos años de competir, o sea que una buena parte la tengo superada, pero aún los grandes triatletas o maratonistas el día que se paran en la línea de salida lo piensan. Recuerdo pararme al borde del mar y ver las boyas lejísimos. Yo acuñé ‘los tres coños: el primer coño es: ‘¿qué hago aquí?’, el segundo coño: ‘¿cuándo se acaba esto?’, y el tercer coño ya en la meta: ‘¡coño, cuándo viene el próximo!’ Por supuesto hubo gente que no pasó por el tema del estrés. Con los años puedes leer bastante tu cuerpo.
No. La caminata del día del último ascenso fue de 8 horas, porque empiezas a subir desde la medianoche en adelante pues arriba es mejor pisar sobre congelado que sobre deshielo. Y si inicias a la madrugada el sol descongela un poco, entonces por razones de seguridad no debes estar en la cima después de las diez de la mañana, pues se cierra y se vuelve muy difícil bajar. Cuando iba ascendiendo alrededor de las 3:00 de la mañana a -10 grados bajo cero, hay mucha oscuridad pero llevas lámparas, el porteador va contigo, y se ven otros grupos. Ves las lucecitas adelante o tú pasas a otro grupo. Tipo 5:00 de la mañana empiezas a ver el alba, es la parte más dura y hace mucho frío. ¿Miedo de qué? con el tiempo aprendí que es mejor el dolor del esfuerzo que el dolor del arrepentimiento. Yo fui el primero del grupo que llegó a la cima. Pero regresé de último al campamento.
Sí. Hubo gente que decía ‘si tú subes, yo subo’. Llegamos al primer pico, el punto de Stella Point a las ocho y cuarto de la mañana, pero luego caminamos una hora más, aunque parecía cerca, hasta el verdadero pico, la parte más alta, que se llama el Uhuru. opio de las rodillas. Llegué arriba primero pero bajé de último al campamento donde habíamos dormido, caminamos todo el día hasta la salida del parque. Esa noche que bajé dormí en un hotel, al amanecer tomé un vuelo: Tanzania, Ámsterdam, Madrid, Panamá. De la cima del Kilimanjaro a Panamá en 28 horas. El Kilimanjaro, que en en swahili se llama Monte Uhuru, y significa libertad.
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Primero uno ve las nubes abajo, eso hace que allá arriba llueva muy pocas veces, pero hace mucho viento, y uno llega a ese nivel con el oxígeno limitado, tiene un periodo en que libera muchísimas endorfinas como si se hubiera fumado un bate, todo eso es producto de la altura. Tocas la base, te quedas unos quince minutos y empiezas a bajar, solo al bajar unos 800 metros te sientes mucho mejor porque el oxígeno vuelve. Yo bajé de último, después de cierta edad, te puedo decir que cuesta mucho más bajar escaleras que subirlas, sencillamente por el desgaste. Escalar la montaña más alta de África y ascender los casi 6,000 metros del Kilimanjaro trae una larga lista de retos.
Entonces ¿cómo entrenarse física y mentalmente para lograr ese hito?
Roberto Brenes, expresidente de la Bolsa de Valores de Panamá, productor del renombrado café Geisha con tres récords en su haber, y actualmente presidente de la junta directiva de Singular, nos enseña sobre preparación estoica para saber cómo liderar tu propia montaña.
¿Por qué subir el Kilimanjaro? ¿Cómo se entrenó?
Nací y me crie en Chiriquí, entonces desde pequeño subía cerros, nadaba en ríos, hacía pesca submarina y visitaba islas. Cuando me mudé a Panamá esas aventuras se limitaron y me moví a los deportes organizados: correr, nadar y pedalear. Cuando cumplí 55 años me decidí por el triatlón, una disciplina que me obligó a competir. En 2022 hice mi último Ironman en Panamá, y en los últimos años volví a subir el volcán Barú; compré una finca de café en Piedra Candela, Chiriquí, a 1,600 metros la cual camino, y todo eso me retornó a las vivencias de muchacho en el bosque.
Para ir al Kilimanjaro hay que saber adaptarse a la altura, porque el volcán Barú está a 3,400 metros y el ‘Kili’ llega casi a 6.000 metros. Hay un sitio que recomiendo mucho, Cerro Fábrega en Bocas del Toro, yo tenía setenta y tantos años cuando lo subí por primera vez. Es la segunda elevación más alta del país, apenas 150 metros menos que el Volcán Barú. Lo subí cruzando por Río Sereno, Chiriquí, hasta el poblado de Santa María del Pitier, Costa Rica y entrando a Panamá para escalarlo en dos noches cuando lo recomendable son tres por la cantidad de kilómetros y el ascenso sobre musgo, pues desde que entras estás en el bosque primario del Parque La Amistad. También caminé por trillos desde Boquete a Bocas del Toro, y he caminado varias veces en Darién.
¿Por qué el Kilimanjaro?
He estado dos veces en Kenia y Tanzania visitando parques, y el Kilimanjaro siempre me llamó la atención, es una montaña majestuosa, además solitaria, no está pegada a ninguna cordillera. Estando en Kenia desde un globo al superar las nubes tuve el Kilimanjaro enfrente. Sentí admiración. Entonces se presentó la oportunidad porque en Panamá el guía Oliver López tiene los contactos en África.
¿Qué entrenamiento diferente afrontó antes de partir?
Como vivo a nivel del mar, asistí a un laboratorio de hipoxia para entrenar 14 sesiones con mascarilla en condiciones de oxígeno simuladas ejercitándome sobre una máquina.
¿En qué parte de Tanzania inició la exploración al Kilimanjaro?
Uno llega a Arusha, Tanzania, donde queda el Aeropuerto Internacional del Kilimanjaro. Existen tres entradas para abordar al parque con varias rutas, tomamos la ruta de Machame por siete días. Caminas por lugares donde ves la majestuosidad del Kilimanjaro, y después de cierta altura ya para abajo no ves nada. La noche del quinto día, hicimos campamento, dormimos, y a la medianoche partimos. Pasado el alba se alcanzó la cima en el sexto día.
¿Cómo fue la logística del campamento y el alpinismo?
Llevábamos un grupo de porteadores y cocineros, y cada vez que se hacía campamento se armaban las carpas. Usualmente no almuerzas, no hay campamento para el almuerzo, solo paras, comes algún snack y sigues. Cuando llegas al lugar para dormir se arman las carpas y cenas en una carpa grande con el grupo. Algo importante es que después de cierta altura te miden el oxígeno todos los días y te chequean la presión porque la gente después de los 4,000 metros empieza a enfermarse. A los 3,000 metros inician los dolores de cabeza. Dos personas en el grupo se enfermaron y no siguieron. También llevábamos un teléfono satelital.
¿Qué comen?
La comida era buena, había proteína y mucho carbohidrato. Como he sido triatleta llevé geles de energía, geles de duración, y una mochila de 20 libras con 3 litros de agua que pesa 7 libras, y algo de comida. Los porteadores traían las carpas, las bolsas de dormir y alguna ropa que uno se cambia en los 7 días, además que hace un frío del carajo. Yo fui él que hizo el café todos los días para el grupo. Tomamos café de altura de Tanzania, ellos también tienen muy buen café, y lo preparaba en una pequeña prensa francesa.
¿Cómo fue su preparación mental?
Tengo tantos años de competir, o sea que una buena parte la tengo superada, pero aún los grandes triatletas o maratonistas el día que se paran en la línea de salida lo piensan. Recuerdo pararme al borde del mar y ver las boyas lejísimos. Yo acuñé ‘los tres coños: el primer coño es: ‘¿qué hago aquí?’, el segundo coño: ‘¿cuándo se acaba esto?’, y el tercer coño ya en la meta: ‘¡coño, cuándo viene el próximo!’ Por supuesto hubo gente que no pasó por el tema del estrés. Con los años puedes leer bastante tu cuerpo.
¿Sintió miedo en algún momento?
No. La caminata del día del último ascenso fue de 8 horas, porque empiezas a subir desde la medianoche en adelante pues arriba es mejor pisar sobre congelado que sobre deshielo. Y si inicias a la madrugada el sol descongela un poco, entonces por razones de seguridad no debes estar en la cima después de las diez de la mañana, pues se cierra y se vuelve muy difícil bajar. Cuando iba ascendiendo alrededor de las 3:00 de la mañana a -10 grados bajo cero, hay mucha oscuridad pero llevas lámparas, el porteador va contigo, y se ven otros grupos. Ves las lucecitas adelante o tú pasas a otro grupo. Tipo 5:00 de la mañana empiezas a ver el alba, es la parte más dura y hace mucho frío. ¿Miedo de qué? con el tiempo aprendí que es mejor el dolor del esfuerzo que el dolor del arrepentimiento. Yo fui el primero del grupo que llegó a la cima. Pero regresé de último al campamento.
Va a cumplir 80 años, y usted era el mayor del grupo.
Sí. Hubo gente que decía ‘si tú subes, yo subo’. Llegamos al primer pico, el punto de Stella Point a las ocho y cuarto de la mañana, pero luego caminamos una hora más, aunque parecía cerca, hasta el verdadero pico, la parte más alta, que se llama el Uhuru. opio de las rodillas. Llegué arriba primero pero bajé de último al campamento donde habíamos dormido, caminamos todo el día hasta la salida del parque. Esa noche que bajé dormí en un hotel, al amanecer tomé un vuelo: Tanzania, Ámsterdam, Madrid, Panamá. De la cima del Kilimanjaro a Panamá en 28 horas. El Kilimanjaro, que en en swahili se llama Monte Uhuru, y significa libertad.
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