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Mario Bermúdez Vives
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El gran desafío para los partidos políticos de Costa Rica en este 2025 ha sido tratar de convertirse en el rostro de la oposición, un puesto que no está claro y podría ser fundamental para el proceso electoral del 2026.
No se trata de un desafío menor, en un país en el que desde el 2021 más de un 80% de los costarricenses declara no simpatizar con alguno de los partidos políticos. Así que el camino parece claro: se trata del candidato presidencial, antes que de partidos políticos devaluados.
En este escenario, el presidente Rodrigo Chaves hace descarados intentos de trasladar la popularidad que registra en las encuestas a la agrupación que intentaría darle la continuidad: Partido Pueblo Soberano (PPSO), su tercer apuesta política en cuatro años, luego de desechar al Partido Progreso Social Democrático (PSD) y Aquí Costa Rica Manda (ACRM).
Sin embargo, su candidata presidencial, la exministra de Planificación y de la Presidencia, Laura Fernández, pareciera tratar de vivir de las rentas del chavismo, eludiendo los debates que puedan exhibir las dudas que la propia jefa de la fracción oficialista, Pilar Cisneros, argumentó al dudar de darle el aval desde el primer momento.
No obstante, los otros aspirantes todavía lucen lejos de Fernández: en la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR, Fernández recogía un 25%, seguida de lejos por Álvaro Ramos (Partido Liberación Nacional, PLN) con 7%, Claudia Dobles y Ariel Robles (Coalición Agenda Ciudadana y Frente Amplio, respectivamente) con 3%.
La encuesta del Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) arrojó resultados similares, con Fernández con un 28% entre las personas decididas a votar, seguida de Ramos con 6,2%, Robles con 2,9%, Dobles con 2,3% y Juan Carlos Hidalgo, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), con 1,2%.
La clave para los siguientes meses es la captura de los indecisos, ya que ambas mediciones reportaron que más de la mitad de los ciudadanos dispuestos a votar no se han decidido por ningún aspirante: este es el botín electoral que puede convertir a alguno de estos aspirantes en el rostro de la oposición, un puesto que en la actualidad está vacante.
No son los únicos factores de una contienda inusual en muchas formas. Tal vez la más insólita ha sido la guerra que el presidente Chaves declaró contra el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), en su afán de mantener un perfil claramente electoral, y su cuestionamiento de las facultades de este órgano para dirigir el proceso electoral, disputando situaciones como la veda electoral y la prohibición a los funcionarios públicos de incidir en el proceso.
Precisamente las intenciones de los gobiernos de apoyar más o menos a los candidatos oficialistas han sido costumbre, con giras e inauguraciones, pero la decisión de lanzarse contra el TSE rompe los moldes, y encuadra con la narrativa chavista de convertir la campaña en un referendo sobre Chaves, y no sobre los candidatos, incluída su propia representante, que se ha escondido de los debates para usufructuar de la imagen del chavismo.
Hay otros elementos que están saltando a la contienda con un protagonismo inédito, como el creciente peso de las redes sociales, que está desplazando a los medios tradicionales para informarse.
De la mano con esta, una definición cada vez más tardía, casi al borde de depositar el voto, también puede ser un factor para propiciar sorpresas. De nuevo, la gran cantidad de indecisos puede provocar que algún candidato, con captar la atención de los votantes en los últimos meses, se convierta en el protagonista de una elección que ha estado marcada por la polarización.
La entrada Una elección inédita, con oposición sin rostro y un presidente que arremete contra el TSE aparece primero en Semanario Universidad.
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