R
Rafael Sempertegui
Guest
Introducción: es un partido de cuatro (o tres) millones de dólares. La hinchada del Tigre llena -como nunca en todo el año- la curva sur, la recta y la preferencia. Monasterio coloca un “eleven” inaudito/inédito. Dos de sus decisiones van a marcar el devenir del partido (y de ese buen puñado de dólares). Coloca a Chiatti -central- de lateral derecho. La idea es tapar la banda por la que hacen daño Bobadilla y “Viru” Paniagua. La ausencia del sub 20 Altamirano “obliga” al técnico cruceño a colocar al chango Pedro Espíritu de doble cinco junto a Quiroga. Ahí perderá el Tigre el partido. El más repudiado de todos será Triverio.
Nudo: la primera parte es un paseo militar para el equipo de Baldivieso. La “banda roja” tiene más la pelota y hace presión alta. La media cancha atigrada desaparece y la zaga gualdinegra naufraga -como siempre en todo el año. La dupla Cuéllar- Saucedo reina a placer. En un partido de duelos, todos caen del lado “millonario”.
Juega más y mejor el CAR. Y recibe -como en toda la temporada- la sibilina (decisiones “mínimas” que inclinan la cancha) ayuda arbitral (esta vez de un señor de apellido Alemán y nombre catalán). Nota mental: Always Ready lleva 20 penales a favor y sus rivales han visto 20 rojas en contra. Sin duda, es el mejor equipo del campeonato (con un plantel letal que mezcla juventud, veteranía y jerarquía); no necesita(ba) Baldivieso y sus muchachos el (innecesario) amparo/manto del cuestionado referato. El “score” señala al final de los primeros 45 minutos un contundente/justo cero a tres.
Desenlace: Monasterio “confiesa” su gran error (también se equivocó en el clásico) y mete tres cambios al descanso. Se van Chiatti, Espiritu y Quaglio. Entran Ursino, Altamirano y Lino. También salta a la cancha el amor propio. El Tigre no se puede ir del partido sin dar pelea. Y así lo hace.
Marca dos goles, falla unos cuantos más, hace figura del partido al buen arquero venezolano de Always Ready (un señor con apellido de escritor vasco) y roza el milagro. Las extremas limitaciones de un plantel corto (y exhausto), el escaso fútbol, los errores de bulto de una inexperta dupla técnica (Monasterio-Rojas) y la Amoroso-dependencia finalmente lo condenan -de momento- al tercer lugar a falta de dos fechas. Se esfuman los tres millones de dólares de la fase de grupos de la Libertadores.
Post-scriptum: la entrega de los jugadores del Tigre y contemplar un Siles repleto de familias vestidas de amarillo y negro (gracias al acertado dos por el uno de una dirigencia que tardó demasiado en unirse) me deja una sensación de gualdinegro orgullo, eso que no se compra con (cuatro) millones de dólares.
(07/12/2025)
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Nudo: la primera parte es un paseo militar para el equipo de Baldivieso. La “banda roja” tiene más la pelota y hace presión alta. La media cancha atigrada desaparece y la zaga gualdinegra naufraga -como siempre en todo el año. La dupla Cuéllar- Saucedo reina a placer. En un partido de duelos, todos caen del lado “millonario”.
Juega más y mejor el CAR. Y recibe -como en toda la temporada- la sibilina (decisiones “mínimas” que inclinan la cancha) ayuda arbitral (esta vez de un señor de apellido Alemán y nombre catalán). Nota mental: Always Ready lleva 20 penales a favor y sus rivales han visto 20 rojas en contra. Sin duda, es el mejor equipo del campeonato (con un plantel letal que mezcla juventud, veteranía y jerarquía); no necesita(ba) Baldivieso y sus muchachos el (innecesario) amparo/manto del cuestionado referato. El “score” señala al final de los primeros 45 minutos un contundente/justo cero a tres.
Desenlace: Monasterio “confiesa” su gran error (también se equivocó en el clásico) y mete tres cambios al descanso. Se van Chiatti, Espiritu y Quaglio. Entran Ursino, Altamirano y Lino. También salta a la cancha el amor propio. El Tigre no se puede ir del partido sin dar pelea. Y así lo hace.
Marca dos goles, falla unos cuantos más, hace figura del partido al buen arquero venezolano de Always Ready (un señor con apellido de escritor vasco) y roza el milagro. Las extremas limitaciones de un plantel corto (y exhausto), el escaso fútbol, los errores de bulto de una inexperta dupla técnica (Monasterio-Rojas) y la Amoroso-dependencia finalmente lo condenan -de momento- al tercer lugar a falta de dos fechas. Se esfuman los tres millones de dólares de la fase de grupos de la Libertadores.
Post-scriptum: la entrega de los jugadores del Tigre y contemplar un Siles repleto de familias vestidas de amarillo y negro (gracias al acertado dos por el uno de una dirigencia que tardó demasiado en unirse) me deja una sensación de gualdinegro orgullo, eso que no se compra con (cuatro) millones de dólares.
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