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Rodolfo Aliaga
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Han transcurrido casi 20 años en los cuales ha habido una marcada ruptura entre el sector público y el sector privado. Esta época se ha caracterizado por enemistar al aparto estatal con el sector privado y en especial con el empresariado nacional, que se ha visto enfrentado a una serie de controles y fiscalizaciones que, por su puesto, concluían con la imposición de multas y sanciones pecuniarias, pues la mayor parte de las instituciones estatales se convirtieron en instancias recaudadoras, teniendo como única finalidad cobrar y recaudar fondos a costa de los empresarios y emprendedores.
Sin embargo, actualmente nos enfrentamos al reto de articular las fuerzas productivas del país con las funciones que desempeñan las instituciones públicas y estatales para que, mediante un trabajo conjunto y coordinado se logre superar la crisis económica por la que atraviesa nuestro país.
También consulte: Liderar en modo ‘Cloud Dancer’
Así, es necesario previamente resalta la importancia del sector empresarial en la economía del país, ya que éste constituye uno de los pilares fundamentales para el desarrollo económico y social de cualquier país, siendo sin duda un actor indispensable en la estructura económica nacional. El sector empresarial en un agente estratégico que influye directamente en la competitividad, la estabilidad y el crecimiento sostenible de un país. Esta importancia radica en su capacidad para generar empleo, atraer a inversiones, impulsar innovaciones y dinamizar la producción.
Analizando lo previamente indicado, cabe destacar lo siguiente:
– El sector empresarial es el mayor generador de fuentes de empleo. Las empresas privadas, desde microempresas hasta corporaciones multinacionales, se constituyen en el mayor generador de fuentes de empleo formales. La capacidad de absorber y emplear mano de obra, no solo reduce los niveles de desempleo, sino que también contribuye a mejorar la calidad de vida de la población. Momento clave también para reconciliar a empleadores con trabajadores en una fuerza productiva única, relación que también tuvo una brusca ruptura; pues cuando las empresas prosperan, se generan aún más oportunidades laborales, se eleva la demanda de talento humano que se traduce y se refleja en más fuentes de empleo formales, menos desempleo y reducción de los índices de pobreza.
– El sector empresarial es el mayor productor de bienes y servicios El sector empresarial transforma recursos en productos con valor agregado, lo cual dinamiza el mercado interno y genera riqueza. Las importaciones y exportaciones de bienes y servicios por empresas nacionales abren la posibilidad de entablar negocios con empresas internacionales, permiten el ingreso de divisas y posicionan al país en cadenas globales productivas, creando presencia económica a escala internacional. El fortalecimiento empresarial no solo tiene impacto interno, sino que también influye en la presencia económica del país en el comercio internacional.
– El sector empresarial como principal impulsor de la innovación y el desarrollo tecnológico. La capacidad de innovar define el nivel de competitividad. Las empresas desempeñan un papel clave en esta área al efectuar inversiones en investigación, innovación y desarrollo tecnológico para impulsar mejoras en procesos productivos, la creación de nuevos productos y la aplicación de tecnología avanzada. Este impulso en innovación y desarrollo tecnológico no solo beneficia a las propias empresas, sino que eleva la productividad nacional y diversificas la economía en un mundo altamente competitivo.
– El sector empresarial como agente fundamental en el desarrollo regional. El desarrollo empresarial en diferentes regiones fuera del centro urbano, fomenta la creación polos productivos y contribuye al desarrollo local ya sea mediante la construcción de infraestructura, la contratación de mano de obra local y el fortalecimiento de cadenas productivas regionales. Esto contribuye a la reducción de las desigualdades territoriales, implementa y dinamiza la economía en zonas menos desarrolladas y favorece una distribución más equilibrada de los recursos económicos.
– El sector empresarial y la responsabilidad social. La responsabilidad social empresarial ha cobrado mucha importancia en las últimas décadas. Más allá de las utilidades que generan las empresas para su propio desarrollo, que ya se traducen en un beneficio para la sociedad, muchas empresas han asumido compromisos con temas relacionados al medio ambiental, la inclusión social, beneficencia y apoyo continuo, entre otros. Estas prácticas tienen un impacto positivo en la sociedad y posicionan al sector empresarial como un aliado estratégico para el cumplimiento de los objetivos comunes con el sector público.
Estas, entre muchas otras razones, hacen necesaria una reconciliación entre el sector público y el sector privado empresarial, donde el sector público también tendrá que ocuparse de brindar un entorno favorable para el desarrollo empresarial a través de normativa legal clara, seguridad jurídica y políticas que promuevan la creación de empresas y emprendimientos bajo un escenario de formalización, que no ahuyente la iniciativa privada, pues el futuro económico de cualquier nación depende, en gran medida, de la capacidad de su sector empresarial productivo.
El trabajo conjunto y coordinado entre el sector público y el sector privado empresarial y la unión de ambas fuerzas, permitirán hacer frente a la crisis económica y social por la que actualmente atraviesa nuestro país. Es hora de estrechar lazos y trabajar conjuntamente por un futuro mejor, pues los beneficios mutuos son incontables e innumerables.
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Sin embargo, actualmente nos enfrentamos al reto de articular las fuerzas productivas del país con las funciones que desempeñan las instituciones públicas y estatales para que, mediante un trabajo conjunto y coordinado se logre superar la crisis económica por la que atraviesa nuestro país.
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Así, es necesario previamente resalta la importancia del sector empresarial en la economía del país, ya que éste constituye uno de los pilares fundamentales para el desarrollo económico y social de cualquier país, siendo sin duda un actor indispensable en la estructura económica nacional. El sector empresarial en un agente estratégico que influye directamente en la competitividad, la estabilidad y el crecimiento sostenible de un país. Esta importancia radica en su capacidad para generar empleo, atraer a inversiones, impulsar innovaciones y dinamizar la producción.
Analizando lo previamente indicado, cabe destacar lo siguiente:
– El sector empresarial es el mayor generador de fuentes de empleo. Las empresas privadas, desde microempresas hasta corporaciones multinacionales, se constituyen en el mayor generador de fuentes de empleo formales. La capacidad de absorber y emplear mano de obra, no solo reduce los niveles de desempleo, sino que también contribuye a mejorar la calidad de vida de la población. Momento clave también para reconciliar a empleadores con trabajadores en una fuerza productiva única, relación que también tuvo una brusca ruptura; pues cuando las empresas prosperan, se generan aún más oportunidades laborales, se eleva la demanda de talento humano que se traduce y se refleja en más fuentes de empleo formales, menos desempleo y reducción de los índices de pobreza.
– El sector empresarial es el mayor productor de bienes y servicios El sector empresarial transforma recursos en productos con valor agregado, lo cual dinamiza el mercado interno y genera riqueza. Las importaciones y exportaciones de bienes y servicios por empresas nacionales abren la posibilidad de entablar negocios con empresas internacionales, permiten el ingreso de divisas y posicionan al país en cadenas globales productivas, creando presencia económica a escala internacional. El fortalecimiento empresarial no solo tiene impacto interno, sino que también influye en la presencia económica del país en el comercio internacional.
– El sector empresarial como principal impulsor de la innovación y el desarrollo tecnológico. La capacidad de innovar define el nivel de competitividad. Las empresas desempeñan un papel clave en esta área al efectuar inversiones en investigación, innovación y desarrollo tecnológico para impulsar mejoras en procesos productivos, la creación de nuevos productos y la aplicación de tecnología avanzada. Este impulso en innovación y desarrollo tecnológico no solo beneficia a las propias empresas, sino que eleva la productividad nacional y diversificas la economía en un mundo altamente competitivo.
– El sector empresarial como agente fundamental en el desarrollo regional. El desarrollo empresarial en diferentes regiones fuera del centro urbano, fomenta la creación polos productivos y contribuye al desarrollo local ya sea mediante la construcción de infraestructura, la contratación de mano de obra local y el fortalecimiento de cadenas productivas regionales. Esto contribuye a la reducción de las desigualdades territoriales, implementa y dinamiza la economía en zonas menos desarrolladas y favorece una distribución más equilibrada de los recursos económicos.
– El sector empresarial y la responsabilidad social. La responsabilidad social empresarial ha cobrado mucha importancia en las últimas décadas. Más allá de las utilidades que generan las empresas para su propio desarrollo, que ya se traducen en un beneficio para la sociedad, muchas empresas han asumido compromisos con temas relacionados al medio ambiental, la inclusión social, beneficencia y apoyo continuo, entre otros. Estas prácticas tienen un impacto positivo en la sociedad y posicionan al sector empresarial como un aliado estratégico para el cumplimiento de los objetivos comunes con el sector público.
Estas, entre muchas otras razones, hacen necesaria una reconciliación entre el sector público y el sector privado empresarial, donde el sector público también tendrá que ocuparse de brindar un entorno favorable para el desarrollo empresarial a través de normativa legal clara, seguridad jurídica y políticas que promuevan la creación de empresas y emprendimientos bajo un escenario de formalización, que no ahuyente la iniciativa privada, pues el futuro económico de cualquier nación depende, en gran medida, de la capacidad de su sector empresarial productivo.
El trabajo conjunto y coordinado entre el sector público y el sector privado empresarial y la unión de ambas fuerzas, permitirán hacer frente a la crisis económica y social por la que actualmente atraviesa nuestro país. Es hora de estrechar lazos y trabajar conjuntamente por un futuro mejor, pues los beneficios mutuos son incontables e innumerables.
(*) Carolina Tamayo Campero es socia de la firma Estrategias Corporativas Globales
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