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Fabiola Pomareda García
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A pesar del prestigio ambiental del país y detrás de esa imagen de sostenibilidad de Costa Rica “se esconde la historia de un conflicto socioambiental creciente, una pugna constante por la distribución y el uso de los recursos naturales, que ha cobrado un precio humano inaceptable”, dijo Jáirol Nuñez, vicerrector de Docencia de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Las declaraciones de Nuñez se dieron durante la actividad de “Conmemoración de las personas defensoras de los territorios, la vida y los derechos humanos”, realizada ayer lunes para honrar a aquellas personas asesinadas por defender el derecho humano a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado y para reconocer la labor de quienes siguen ejerciendo esta defensa de la vida y los territorios a lo largo de todo el país, enfrentando amenazas y criminalización.
El acto de conmemoración fue organizado por el Programa Kioscos Socioambientales de la UCR y se realizó en el antiguo parqueo de Ingeniería -hoy Conector Biológico – donde brillan las placas conmemorativas con los nombres de 12 activistas, ecologistas e indígenas asesinados, en medio de jóvenes árboles que crecen, rodeados de plantas de “rabo de zorro”, que atraerán mariposas y colibríes.
Durante la mañana las personas asistentes, algunas de las cuales se desplazaron desde la península de Osa, Nosara, Belén de Heredia, Miramar de Puntarenas, Cartago y otras localidades, participaron en la siembra de más árboles.
A la actividad asistieron activistas, familiares y amigos de defensores asesinados, docentes y funcionarios de la UCR como los representantes del Área de Ciencias Sociales y de Colegios Profesionales ante el Consejo Universitario, Ilka Treminio Sánchez y William Méndez, y el oficial nacional del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, William Vega Murillo.
(Foto: Fabiola Pomareda)
“Una herida abierta”
Dylanna Rodríguez, coordinadora del Programa Kioscos, resaltó que nombrar a las personas defensoras asesinadas es hoy un acto de memoria; pero también de responsabilidad, porque sus luchas no fueron aisladas, ni fueron historias individuales.
“Son parte de un tejido más amplio de resistencia contra las lógicas de despojo que se reproducen en los territorios (…). Son una herida abierta que nos recuerda que la defensa del ambiente no es un discurso bonito, sino una tarea peligrosa cuando se enfrenta a intereses económicos y estructuras de poder profundamente desiguales”, señaló Rodríguez.
La actividad se realizó el 7 de diciembre, en memoria de ese día, de 1994, cuando murieron asesinados los ecologistas Óscar Fallas Baldí, Jaime Bustamante Montaño y María del Mar Cordero Fernández, en un incendio en la casa en que dormían, en medio de un contexto de amenazas y violencia vinculada a su defensa del Golfo Dulce frente a la industrialización impulsada por la transnacional Stone Container.
En 2024, la Rectoría y el Consejo Universitario de la UCR aprobaron un acuerdo institucional que establece que cada 7 de diciembre se realizarán actividades para honrar a las personas asesinadas por esta defensa. Esto se dio a solicitud del Programa Kioscos y otras instancias universitarias, con el acompañamiento de familiares y activistas.
(Foto: Fabiola Pomareda)
“Los peores garrotazos”
Como relató la lideresa comunitaria y defensora del agua de Cipreses de Oreamuno, en Cartago, Isabel Méndez, quienes están en estas luchas, levantando la voz, son perseguidos y atacados en las propias comunidades a las que están defendiendo.
“Aquí estamos levantando todavía la voz, a pesar de que somos perseguidos, hasta en las mismas comunidades nos quieren silenciar, nos hostigan, nos persiguen y nos dicen ‘silencio’, ‘no hablen’, ‘ya basta’, porque no quieren que se conozca la realidad”, dijo Méndez, fundadora del Frente Eco-Cipreses.
Coincidió con ella Dayana Rojas, activista contra la minería y la “basurización” en Montes de Oro, en Miramar de Puntarenas, con la Asociación Civil Pro-Natura. “Nadie es profeta en su tierra, a veces en el mismo territorio, a veces en el mismo pueblo es donde pegan los peores garrotazos, entonces que una universidad tan grande como la Universidad de Costa Rica nos reconozca esta lucha, este camino, a mí me conmueve mucho”.
En palabras de Ricardo Muñoz, integrante de la Asociación Ecologista Nido de Halcón, la Asociación Ornitológica de Costa Rica y la Asociación Preservacionista de Flora y Fauna Silvestre (Apreflofas) “cuando te intimidan, te discriminan, te amenazan, no hay una institución a donde ir a pedir ayuda, claro que se siente uno solo por defender a los que no tienen voz, a los que no pueden luchar para que no los asesinen, porque lo que está ocurriendo en el humedal de Coris es un ecocidio”.
Por su parte, Rosi Naranjo, coordinadora de la Comisión Alianza Comunal del Corredor Biológico Paso de la Danta y defensora de la Fila Costeña ante la turistificación y la expansión inmobiliaria, contó cómo cuando se han sentido solos es impresionante cómo personas de otras partes del país les ofrecen su ayuda.
“Estamos conmemorando a quienes han perdido su vida y han dedicado su cuerpo entero a la lucha y quiero decirle a todos los que están aquí que la memoria y el esfuerzo de ellos está siendo relevado y seguirá siendo relevado. Somos muchos y seremos más y nosotros apostamos no por entregar la vida, sino por disfrutar la vida y para que la vida sea para todas las especies”, afirmó la activista.
(Foto: Fabiola Pomareda)
(Foto: Fabiola Pomareda)
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