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Pablo Deheza
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La transición energética en América Latina y el Caribe no solo se define por tecnologías limpias y nuevas infraestructuras, sino también por quiénes la gestionan. El Panorama Energético de América Latina y el Caribe 2025 de la OLACDE subraya que el proceso en curso debe incorporar dimensiones sociales, institucionales y tecnológicas que hasta hace pocos años ocupaban un lugar secundario.
En ese marco, la participación de las mujeres emerge como un factor clave. El informe dedica un capítulo específico a género y energía. Ahí se enfatiza la necesidad de cerrar brechas en el acceso a puestos de decisión y en la formación técnica. Programas como “Liderazgo Energía + Mujeres” en Chile o los reconocimientos a mujeres rurales e indígenas en Costa Rica muestran que la transición también es cultural y organizacional. Para OLACDE, integrar el enfoque de género permite que “los beneficios de la transición energética lleguen a todos los sectores de la población”.
A la par, el futuro energético regional avanza de la mano de la digitalización. La modernización de bancos de información, sistemas de certificación de energías renovables y plataformas de monitoreo en tiempo real redefinen la gestión del sector. Casos como la implementación del Banco de Información Petrolera BIPE 4.0 en Ecuador o los sistemas de certificación de energía renovable en Brasil reflejan un cambio estructural hacia el uso de big data e inteligencia artificial para la toma de decisiones.
El secretario ejecutivo de OLACDE, Andrés Rebolledo, remarca que la transición requiere “información estadística confiable y actualizada”. Solo así será posible “orientar políticas públicas y garantizar la seguridad energética” en un contexto de cambio climático y crecimiento de la demanda eléctrica. Sin datos, advierte el informe, no hay planificación posible.
Así, entre liderazgo femenino y transformación digital, la energía del futuro en la región empieza a mostrar un nuevo rostro: más diverso, más transparente y mejor preparado para enfrentar los desafíos de la descarbonización y la inclusión.
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En ese marco, la participación de las mujeres emerge como un factor clave. El informe dedica un capítulo específico a género y energía. Ahí se enfatiza la necesidad de cerrar brechas en el acceso a puestos de decisión y en la formación técnica. Programas como “Liderazgo Energía + Mujeres” en Chile o los reconocimientos a mujeres rurales e indígenas en Costa Rica muestran que la transición también es cultural y organizacional. Para OLACDE, integrar el enfoque de género permite que “los beneficios de la transición energética lleguen a todos los sectores de la población”.
Digitalización
A la par, el futuro energético regional avanza de la mano de la digitalización. La modernización de bancos de información, sistemas de certificación de energías renovables y plataformas de monitoreo en tiempo real redefinen la gestión del sector. Casos como la implementación del Banco de Información Petrolera BIPE 4.0 en Ecuador o los sistemas de certificación de energía renovable en Brasil reflejan un cambio estructural hacia el uso de big data e inteligencia artificial para la toma de decisiones.
El secretario ejecutivo de OLACDE, Andrés Rebolledo, remarca que la transición requiere “información estadística confiable y actualizada”. Solo así será posible “orientar políticas públicas y garantizar la seguridad energética” en un contexto de cambio climático y crecimiento de la demanda eléctrica. Sin datos, advierte el informe, no hay planificación posible.
Así, entre liderazgo femenino y transformación digital, la energía del futuro en la región empieza a mostrar un nuevo rostro: más diverso, más transparente y mejor preparado para enfrentar los desafíos de la descarbonización y la inclusión.
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