Menos vuelos, menos turistas: la oportunidad de abrir los cielos

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Pablo Deheza

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Bolivia está pagando caro el precio de mantener sus cielos cerrados. El contraste es evidente: países vecinos que adoptaron políticas de cielos abiertos no solo recuperaron sino superaron sus niveles de turismo prepandemia. Por su parte, Bolivia enfrenta una caída dramática tanto en visitantes como en ingresos de divisas, justo cuando más los necesita.

Las cifras ilustran el panorama. «En el año 2019 estábamos cerca de los mil millones de dólares anuales. Este año no vamos a llegar a los 800 millones», puntualizó Luis Ampuero, presidente de la Cámara Boliviana de Turismo (Cabotur). Añadió que el número de turistas cayó de 1,4 millones en 2019 a menos de un millón en 2025. «Hemos caído aproximadamente un 30% versus el 2019 y no hemos logrado revertir esa tendencia», lamentó.

La comparación con el ámbito regional es decidora. «Muchos otros países de Hispanoamérica no solo han logrado alcanzar lo que habían logrado en 2019, sino que lo han superado. Es el caso de República Dominicana, El Salvador, Colombia, México», explicó Ampuero.

El éxodo de las aerolíneas​


Detrás de este desplome está un problema estructural que el sector aéreo denuncia desde hace años. Jorge Valle, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas, expuso la dimensión del problema. «En este momento tenemos un déficit de líneas aéreas porque han sido sistemáticamente ahuyentadas por las actitudes de las autoridades que estaban en el ejercicio de la actividad. En algún momento tuvimos mucho más de 20 líneas aéreas».

Actualmente operan apenas «ocho líneas aéreas internacionales y una nacional», un número insuficiente para una adecuada conectividad. Valle fue contundente al describir el ambiente que expulsó a las aerolíneas. «Era un sistema expulsor de líneas aéreas», caracterizado por «multas espantosas» y «un reglamento de ingresos totalmente irracional».

Cielos abiertos​


El sector privado lleva años proponiendo una solución clara. «Nosotros estamos propugnando el tema de las políticas de cielos abiertos junto con Cabotur aproximadamente hace tres o cuatro años», señaló Valle. Advirtió que «Bolivia está rezagada protegiendo un mercado sumamente cerrado, sumamente monopólico. Esto lamentablemente nos tiene en una situación de gran desventaja versus todo el resto de los países de Sudamérica».

La buena noticia es que hay aerolíneas esperando. «Hemos estado recibiendo consultas de varias líneas aéreas que tienen interés en la nueva posición de la política aérea del país y dicen que si se concretan esas aspiraciones que tenemos en este momento, ellos estarían en condiciones de ingresar al país a invertir en aviación», aseveró Valle. Agregó que incluso «algunas otras líneas aéreas estarían con la posibilidad de retornar al país».

Medidas​


El nuevo gobierno ha generado expectativas. Ampuero destacó medidas como «el levantamiento de las visas a varios países, incluyendo Estados Unidos e Israel» y la creación del Ministerio de Turismo. Sin embargo, el sector insiste en que, sin cielos abiertos, la recuperación seguirá siendo inalcanzable.

Con la meta de «duplicar el número de turistas que llegan a Bolivia, pero posiblemente también triplicar la cantidad de divisas» para 2030, según Ampuero, el reloj corre. La pregunta es si Bolivia podrá abrir sus cielos a tiempo para recuperar los millones perdidos y la conectividad que alguna vez tuvo.

Multas excesivas y otros abusos​


Detrás del éxodo de aerolíneas que redujo las operaciones en Bolivia de 20 a 8 líneas, existe un sistema de multas y cobros que el sector denuncia como «irracional» y desproporcionado a la realidad económica del país.

Jorge Valle fue categórico al describir el problema. «La autoridad aeronáutica en todos sus ámbitos ha estado dedicada a ser una entidad más recaudadora a ultranza. Esa era la mentalidad del gobierno anterior. El tema era recaudar a como dé lugar. Se multaba por todo y por nada a las líneas aéreas».

El caso más dramático es el de Ecojet. «Prácticamente a esa empresa la han quebrado, para decirlo en términos coloquiales, y le han impedido crecer como debería estar a esta altura», sentenció Valle. Añadió que «a otras empresas las han afectado demasiado a tal extremo que han decidido irse».

Las entidades involucradas operan con tarifas desproporcionadas. Los servicios aeroportuarios, según Valle, «cobran unos montos altísimos que no tienen relación alguna con lo que en realidad ellos brindan. Cobran igual o más que algunos países de la región y tienen condiciones muy inferiores en todos los casos».

La Dirección General de Aeronáutica Civil tampoco escapa a la crítica. «Tienen un reglamento de ingresos que es totalmente fuera de racionalidad, donde se han inflado los montos sin ninguna idea de ecuanimidad y de racionalidad».

Valle sostuvo que «las multas son tremendas. No guardan relación con la condición económica de las líneas aéreas internacionales”. Si esto es así con grandes corporaciones, “menos aún con las nacionales», concluyó.

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