Maletas vacías

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Gerardo Villacreces Carbo

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En política, la confianza es un valioso capital, fuerte como el oro, pero frágil como arcilla cuando se devalúa. Cuando es escasa, todo cuesta más: el apoyo, llevar a buen puerto las reformas, la aceptación de los ajustes, la cooperación internacional. Por eso, la transparencia debe ser el puntal fundamental como método de gobierno. Y, sí, existen materias reservadas (seguridad, operaciones sensibles, protección de fuentes, etc.). Pero en democracia la reserva debe ser la excepción, ya que si se vuelve constante, la atmósfera convertida en neblina no protege sino que erosiona.

El debate reapareció con los viajes recientes del presidente Noboa. El desplazamiento a Estados Unidos del 18 al 20 de noviembre quedó envuelto en “agenda confidencial” por motivos de seguridad, sin claridad pública sobre sus actividades y alcances. Días después, para un nuevo viaje del 27 de noviembre al 1 de diciembre, la comunicación zigzagueó: primero se formalizó como viaje oficial con comitiva (Decreto 235) y, al día siguiente, en el Decreto 236, se lo derogó y replanteó como desplazamiento de índole personal, señalando que no habría erogación de recursos públicos a favor del Primer Mandatario.

El asunto, entonces, no es viajar. El tema es la comunicación sin método. Cuando el Gobierno no marca un perímetro claro – qué tipo de viaje es, cuál es su objetivo general, quién acompaña, qué costos asume el Estado y qué resultados se buscan – el vacío puede inducir a que se genere sospecha, especulación y polarización. La reserva, que debía ser un escudo para la seguridad, pudiera entonces terminar convertida en una suerte de boomerang político.

Hay una línea clara e infranqueable entre el secreto legítimo y el secretismo. El secreto legítimo es acotado, temporal y controlado; el secretismo es indefinido, conveniente y sin rendición de cuentas. Aun cuando el contenido de una agenda no pueda publicarse, el Estado puede – y debe – transparentar la trazabilidad del secreto: quién decidió reservar, bajo qué causal, por cuánto tiempo y cuándo se revisa o desclasifica.

La verdad no siempre puede contarse completa en tiempo real. Pero la confianza sí puede cuidarse en tiempo real: con reglas, consistencia y evidencia. La transparencia no es ingenuidad, sino el método correcto de gobierno; con mayor motivo en momentos post consulta, en los que más requiere el oficialismo es recuperar la confianza y por ende el apoyo.

La institucionalidad jurídica se refuerza con nombramientos acertados, como el reciente a favor del Dr. Enrique Herrería B. como nuevo Secretario Jurídico de la Presidencia de la República. En cambio, la confianza política se puede debilitar con la opacidad, como la reserva y ajustes de última hora, lo cual llena de dudas e interrogantes a las maletas vacías de claridad…

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