L
Lolo Echeverría
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La designación de Enrique Herrería como asesor jurídico de la presidencia significa que el gobierno abandona la guerra contra la Corte Constitucional y está dispuesto a aceptar límites para el poder ejecutivo; también significa que intentará hacer los cambios por la vía de la Asamblea Nacional y con control Constitucional.
El solo nombramiento de Enrique Herrería redime al gobierno. Ha elegido un profesional del derecho, hombre de experiencia y sentido común, de palabra amable y autorizada, pero sobre todo de reconocida honestidad. Un hombre de dos reinos, ex magistrado de la Corte Constitucional y, ahora, parte del equipo de gobierno. Una figura equidistante.
Pocos días antes de su designación había marcado con lucidez las atribuciones y limitaciones de las dos funciones del Estado. De la Corte Constitucional dijo que era pusilánime, ha cometido excesos, ha invadido atribuciones de otras funciones y ha emitido sentencias absurdas e interesadas. Sin embargo, está para impedir la arbitrariedad.
Del gobierno dijo que se equivocó estratégicamente y en las formalidades, ha mentido, no ha tenido pedagogía, no ha tenido los voceros adecuados, inclusive ha dado la impresión de fuga al viajar inmediatamente después de la derrota en las urnas.
Enrique Herrería tendrá un papel decisivo en el gobierno y su permanencia será un indicador de la capacidad de cambio y rectificación del presidente Noboa. Puede hacerle mucho bien al gobierno y al país, pero no sería parte de un gobierno en crisis solo para mejorar la sintaxis de las leyes. Si no hay cambios, su permanencia será efímera.
Como asesor deberá asumir las recetas que ha impartido: no claudicar ante la opinión del presidente, dialogar con la Corte y con los sectores laborales para definir el alcance de los sectores estratégicos y de las leyes laborales para atraer inversión extranjera. Ha sugerido la formación de una comisión de notables para preparar una hoja de ruta. Dios le oiga y, si es posible, el presidente.
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El solo nombramiento de Enrique Herrería redime al gobierno. Ha elegido un profesional del derecho, hombre de experiencia y sentido común, de palabra amable y autorizada, pero sobre todo de reconocida honestidad. Un hombre de dos reinos, ex magistrado de la Corte Constitucional y, ahora, parte del equipo de gobierno. Una figura equidistante.
Pocos días antes de su designación había marcado con lucidez las atribuciones y limitaciones de las dos funciones del Estado. De la Corte Constitucional dijo que era pusilánime, ha cometido excesos, ha invadido atribuciones de otras funciones y ha emitido sentencias absurdas e interesadas. Sin embargo, está para impedir la arbitrariedad.
Del gobierno dijo que se equivocó estratégicamente y en las formalidades, ha mentido, no ha tenido pedagogía, no ha tenido los voceros adecuados, inclusive ha dado la impresión de fuga al viajar inmediatamente después de la derrota en las urnas.
Enrique Herrería tendrá un papel decisivo en el gobierno y su permanencia será un indicador de la capacidad de cambio y rectificación del presidente Noboa. Puede hacerle mucho bien al gobierno y al país, pero no sería parte de un gobierno en crisis solo para mejorar la sintaxis de las leyes. Si no hay cambios, su permanencia será efímera.
Como asesor deberá asumir las recetas que ha impartido: no claudicar ante la opinión del presidente, dialogar con la Corte y con los sectores laborales para definir el alcance de los sectores estratégicos y de las leyes laborales para atraer inversión extranjera. Ha sugerido la formación de una comisión de notables para preparar una hoja de ruta. Dios le oiga y, si es posible, el presidente.
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