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Moisés Cáceres
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Héctor Shugulí llegó al parque Bicentenario con pantaloneta y buzo blanco a las 10:00 del domingo 30 de noviembre, como lo hace habitualmente. Sus zapatillas golpeaban suavemente el pavimento mientras colocaba un parlante azul en la canasta de su bicicleta. Sus cuatro amigos lo esperaban, risas y saludos llenaban el aire fresco de la mañana.
Cuando la música empezó a sonar, los cinco comenzaron a pedalear por los senderos del parque y luego por las calles de la ciudad, rumbo al sur, con el parque Las Cuadras como destino final.
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Bicicletas y música transforman la diversión Quito
Durante décadas, la diversión juvenil en Quito se asociaba con el consumo del alcohol, como ocurría en la época de la llamada contravereda de la Plaza de Toros: jóvenes afuera de la plaza tomaban en exceso, peleaban y a veces dormían en los parterres.
Hoy, Héctor y su grupo avanzan entre árboles y ciclovías, sintiendo el viento en la cara y la música en los oídos. “Es una manera de conocer Quito sin gastar mucho y sin meterse en problemas”, dice Héctor.
Emilio Carrillo, docente de psicología, explica que la ocupación de parques y calles responde a necesidades de identidad y pertenencia. “Los jóvenes buscan expresarse, socializar y construir comunidad de manera saludable, en contraste con los excesos asociados a la contravereda”, señala.
Parques de Quito llenos de baile y diversión
En La Carolina, el aire huele a pasto húmedo y café recién hecho. Andrea López y su grupo practican coreografías de música folclórica sobre el césped.
Sus pies golpean el suelo al ritmo de tambores y zapateo. Otros jóvenes se acercan, algunos imitan pasos, otros graban videos. Tras la sesión, se sientan a comer cevichochos, riendo y comentando la rutina.
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Carrillo destaca que el baile fortalece la salud física y mental, desarrolla habilidades sociales y genera sentido de pertenencia. Antes, los encuentros juveniles buscaban bares, discotecas o la contravereda; ahora, los parques ofrecen movimiento, aire libre y comunidad.
Sesiones abiertas de salsa permiten que cualquiera se una, sin pareja ni experiencia. Al mismo tiempo, jóvenes con patines y skateboards practican trucos, se enseñan entre ellos y registran sus avances para redes sociales, todo al sol y lejos del alcohol.
Museos y cultura fortalecen la diversión Quito
El Centro de Arte Contemporáneo y el Museo de la Ciudad reciben grupos de jóvenes con talleres, recorridos temáticos y actividades artísticas.
En el Museo Interactivo de Ciencia, estudiantes del Colegio Montúfar riegan plantas en huertos urbanos mientras hablan de sostenibilidad. Estos espacios se sienten vivos, llenos de risas y movimiento, sin depender de la noche ni del alcohol.
Carrillo explica que los museos permiten a los jóvenes expresarse, aprender y construir comunidad de manera segura. Incluso las “noches en el museo”, aunque ocasionales, ofrecen experiencias lúdicas y participativas sin recurrir a discotecas ni bebidas.
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Patinaje y actividades al aire libre impulsan la diversión Quito
En Cumbayá, la pista de patinaje cubierta refleja la luz artificial mientras grupos de amigos y parejas giran y se deslizan sobre el hielo.
La cubierta garantiza un espacio seguro y accesible, incluso durante el día. En paralelo, bicicletas, caminatas, juegos en plazas y baile libre llenan las calles de Quito.
Al llegar al parque Las Cuadras, Héctor y sus amigos bajan de la bici, sudados y sonrientes. Comparten agua, comentan los mejores momentos de la ruta y disfrutan de la calma del parque al mediodía. La ciudad parece despertar con ellos: parques llenos de risas, museos con curiosidad y calles con movimiento constante.
Quito activa y segura desde temprano
Entre bicicletas, baile, patines y museos, los jóvenes amplían su presencia en la ciudad. La diversión ya no espera al ocaso; empieza desde temprano, con aire fresco, música y comunidad. Quito se transforma en un espacio seguro y activo, donde recreación, creatividad e identidad se viven en cada esquina.
- Información extra: Fiestas de Quito
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