Inflación, decrecimiento y bajas RIN ponen a prueba la solidez de la banca

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Miguel Lazcano

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La banca enfrenta una “tormenta económica” provocada por una recesión económica, una inflación elevada y un bajo nivel de reservas internacionales netas (RIN), factores que sin un adecuado tratamiento pueden mantenerse no solo en 2026 sino en los siguientes años. Con el nuevo gobierno, sin embargo, se prevé para el próximo año un “ajuste económico profundo” en el que el sistema bancario será clave para sostener la estabilidad y apoyar la recuperación del país.

“El Estado tranca se ha acabado”, ratificó el 18 de noviembre el ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Gabriel Espinoza, al dar inicio a un nuevo ciclo en la Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (Asfi).

Ahora “necesitamos una Asfi que facilite la intermediación financiera, para que el crédito vuelva a fluir; necesitamos que le dé certidumbre a los ciudadanos sobre sus ahorros, que tengan la seguridad y tranquilidad de que están bien cuidados en un sistema financiero que está bien regulado y administrado”, agregó Espinoza, tras posesionar al nuevo director ejecutivo de la institución, Mario Requena, a quien también encargó “ordenar y revertir” todo lo hecho por la anterior administración estatal del sector, a cargo del MAS.

La tarea no es menor. La entidad debe velar por la estabilidad, solvencia, eficiencia y transparencia del sistema financiero, al igual que precautelar por los ahorros y la inversión en un sector que enfrenta grandes desafíos.

Economía en recesión​


El sistema financiero y la banca en particular “se va a tener que mover” a través de una “tormenta” formada por una economía en recesión, lo que implica desempleo, disminución de la producción y ruptura de la demanda; por una inflación elevada, con un 19,22% acumulado a octubre (la previsión era de 7,5% anual), lo que es “muy grave”, ya que disminuye el poder adquisitivo de la población; y por las exiguas reservas del país, compuestas casi solo de oro y por divisas “totalmente insuficientes”, explicó Juan Carlos Salaues, exvicepresidente del directorio del Banco Mercantil Santa Cruz.

“Ese es el panorama que va a enfrentar la banca en los próximos meses y tal vez años”, mencionó el experto.

Como parte de su estrategia para afrontar esta situación, el nuevo gobierno anunció ya durante la campaña electoral la apertura del sistema financiero y del mercado de divisas, así como un menor rol del Estado en la intervención directa del sector, todo con el fin de reactivar el crédito, incentivar la inversión privada y mejorar la provisión de divisas.

“El 2026 será un año de ajuste producto de las medidas económicas que se espera sean implementadas por el nuevo gobierno. Estas medidas afectarán a gran parte de la población y a la mayoría de las empresas, pero son tremendamente necesarias para mejorar las perspectivas de nuestro país a mediano y largo plazo”, indicó el gerente general del Banco de Crédito BCP, Christian Hausherr.

Equilibrios macroeconómicos​


Entre las acciones previstas están el restablecimiento de los equilibrios macroeconómicos, para frenar la pérdida del poder adquisitivo y reducir los riesgos de mora y corrida; la eliminación de restricciones en el sistema financiero para la compra y venta de dólares a precios de mercado; la creación de un fondo de estabilización cambiaria y un programa de sinceramiento patrimonial, para un aumento de dólares y liquidez bancaria; y la generación de incentivos fiscales y financieros para reactivar el aparato productivo, con tasas de interés menores al 10% (se habló incluso del 3%), lo que repercutirá en la expansión de las microfinanzas y de los medios de pago.

También se esperan medidas para el financiamiento a los atletas y la creación del Fondo para la Descarbonización de la economía, con el que se podrán garantizar créditos para las familias en búsqueda de eficiencia energética y créditos de recambio de unidades de transporte urbano, para fomentar la reducción del consumo de combustibles fósiles.

El sector bancario “está llamado a jugar un papel fundamental en esa etapa de ajuste y en la posterior etapa de recuperación de la economía”, subrayó Hausherr. Pero “es fundamental que el nuevo gobierno diseñe e implemente políticas específicas dirigidas a mantener un sistema bancario líquido y solvente con capacidad de adecuarse a las nuevas condiciones económicas”, acotó.

La elevada inflación, la recesión económica y RIN muy débiles ejercen presión sobre la estabilidad y capacidad de intervención del sistema financiero. De mantenerse esta situación, la confianza del público puede reducirse, el crecimiento de los depósitos puede desacelerarse y la colocación de crédito se puede encarecer. Estos y otros elementos limitarían la capacidad del sistema para apoyar la reactivación económica nacional.

Este medio solicitó a la Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) información sobre las perspectivas que tiene el sector para sus operaciones en 2026, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

“Asfi sabe que lo que preocupa muchísimo (a la banca) es el nivel de liquidez y de inflación”, indicó Salaues, quien junto a todos con otros actores de la banca están pendientes de las nuevas medidas que se aprobarán para el sistema financiero.

Depósitos ‘desdolarizados’​


Entretanto, hay aspectos que ayudan a mantener la confianza en el sistema. Salaues considera que una fortaleza de la banca es que el 93% de los depósitos “están desdolarizados”, lo que permite al sector mantener su funcionamiento a través de mecanismos como las transferencias del BCB o de la elevación de tasas de interés, entre otros. Otro factor positivo son las previsiones para la mora, que a octubre están en 137%.

En todo caso, la tarea que van a tener las nuevas autoridades del sector económico –en palabras del ministro Espinoza– “va a ser titánica”. Al momento de ser posesionado, Requena dijo: “Hay mucho trabajo por hacer”.

La Asociación de Bancos Privados de Bolivia (Asoban) prevé que la economía boliviana alcance en 2026 un dinamismo moderado, condicionado por la evolución de las variables macroeconómicas. En este entorno, el sistema bancario mantendrá una estrategia de prudencia, especialmente por los desafíos de fondeo, aunque la expansión del crédito seguirá siendo positiva.

Crédito empresarial​


Asoban sostiene que la expansión de la cartera crediticia, aunque con cierta desaceleración, continúa siendo positiva, y estima un crecimiento interanual del 3,6% para finales de 2025, mientras que para 2026 anticipa un mejor desempeño, impulsado por sectores clave como industria, comercio y agropecuario. A octubre de 2025, la industria ya explica el 60% del crecimiento de la cartera. El crédito empresarial continuará liderando con una expansión proyectada de más del 12%, mientras que la vivienda social seguirá enfrentando limitaciones por las tasas fijas que reducen su accesibilidad.

La morosidad, actualmente en 3,0%, podría seguir moderándose gracias a la cautela en las colocaciones y a las reprogramaciones aplicadas por las entidades.

La inclusión financiera​


La inclusión financiera mantiene una senda positiva, con más de 98% de cobertura municipal mediante Puntos de Atención Financiera y un aumento constante en cuentas de depósito.

Agrega que la banca continuará profundizando la digitalización, consolidando avances como el QR Simple, que amplió el acceso a pagos electrónicos. En paralelo, crecerá la adopción de criterios ESG, apoyada por la herramienta SIMIDES, diseñada para medir impactos ambientales y sociales y alinear al sector con estándares internacionales. No obstante, Asoban reconoce que las innovaciones deberán avanzar con cautela, priorizando estabilidad y eficiencia en un contexto económico desafiante, y destaca la necesidad de ajustes regulatorios que acompañen la digitalización y permitan desarrollar nuevos productos financieros.

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