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Rodolfo Aliaga
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Hablar de inclusión financiera es hablar de progreso. No solo en términos de crecimiento económico, sino de movilidad social, autonomía y bienestar. Por eso, cada avance en esta materia debe entenderse como un paso hacia un país más conectado y con más oportunidades para todos.
Los resultados del Índice de Inclusión Financiera 2025, presentado a finales de octubre por el holding financiero Credicorp, con relevante presencia en América Latina, ofrecen una señal alentadora para Bolivia. Aunque el país aún enfrenta desafíos, los avances registrados en los últimos cinco años muestran logros que vale la pena destacar.
También revise: Empresa privada y el desarrollo boliviano
El estudio revela que el 22% de los bolivianos se encuentra hoy en el nivel más alto de inclusión financiera, frente al 13% registrado en 2021. Este crecimiento refleja una mejora tanto en el acceso como en el uso de los servicios financieros, dimensiones que aumentaron 6,8 y 4,5 puntos respectivamente en los últimos cinco años.
Uno de los motores más visibles de este progreso ha sido la digitalización. El uso de billeteras digitales se triplicó desde 2021: hoy el 46% de los bolivianos afirma tener una, y muchas personas realizan pagos o transferencias desde el celular con mayor frecuencia que a través de la banca tradicional. Esto ha permitido acercar el sistema financiero a segmentos que antes estaban al margen.
A la par, se observa un mayor conocimiento y uso cotidiano de productos financieros. Nueve de cada diez bolivianos cuentan con al menos uno de ahorro o seguro, y el número de transacciones mensuales se ha duplicado en cinco años.
Sí, las brechas de inclusión persisten: mujeres, trabajadores informales y habitantes rurales continúan siendo los grupos más rezagados. Y superarlas requiere aumentar los esfuerzos en educación financiera, planes específicos para cada población y mayor acceso a internet. Y es el momento no solo de atraer nuevas, sino de motivar las inversiones que ya están en Bolivia para seguir avanzando hacia la digitalización financiera.
El desafío está en transformar estos avances en un proceso sostenido. Ver la realidad como oportunidad significa reconocer que cada punto ganado en inclusión representa una vida con más herramientas para decidir, crecer y proyectarse. Y en esa dirección, Bolivia ya comenzó a dar pasos que merecen ser fortalecidos.
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Los resultados del Índice de Inclusión Financiera 2025, presentado a finales de octubre por el holding financiero Credicorp, con relevante presencia en América Latina, ofrecen una señal alentadora para Bolivia. Aunque el país aún enfrenta desafíos, los avances registrados en los últimos cinco años muestran logros que vale la pena destacar.
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El estudio revela que el 22% de los bolivianos se encuentra hoy en el nivel más alto de inclusión financiera, frente al 13% registrado en 2021. Este crecimiento refleja una mejora tanto en el acceso como en el uso de los servicios financieros, dimensiones que aumentaron 6,8 y 4,5 puntos respectivamente en los últimos cinco años.
Uno de los motores más visibles de este progreso ha sido la digitalización. El uso de billeteras digitales se triplicó desde 2021: hoy el 46% de los bolivianos afirma tener una, y muchas personas realizan pagos o transferencias desde el celular con mayor frecuencia que a través de la banca tradicional. Esto ha permitido acercar el sistema financiero a segmentos que antes estaban al margen.
A la par, se observa un mayor conocimiento y uso cotidiano de productos financieros. Nueve de cada diez bolivianos cuentan con al menos uno de ahorro o seguro, y el número de transacciones mensuales se ha duplicado en cinco años.
Sí, las brechas de inclusión persisten: mujeres, trabajadores informales y habitantes rurales continúan siendo los grupos más rezagados. Y superarlas requiere aumentar los esfuerzos en educación financiera, planes específicos para cada población y mayor acceso a internet. Y es el momento no solo de atraer nuevas, sino de motivar las inversiones que ya están en Bolivia para seguir avanzando hacia la digitalización financiera.
El desafío está en transformar estos avances en un proceso sostenido. Ver la realidad como oportunidad significa reconocer que cada punto ganado en inclusión representa una vida con más herramientas para decidir, crecer y proyectarse. Y en esa dirección, Bolivia ya comenzó a dar pasos que merecen ser fortalecidos.
(*) Sergio Tapia es CFO de BCP Banco de Crédito de Bolivia
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