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Fabiola Pomareda García
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La pérdida de 8.000 empleos en el sector agropecuario es uno de los hechos que destacan este 2025, un año en el que se flexibilizaron los requisitos fitosanitarios para permitir la importación de papa fresca de Estados Unidos —mucha de la cual llegó con brotes o plagas— , en que se continuó con la importación masiva de cebolla que no se necesitaba, quebrando a los cebolleros nacionales, y en que los pequeños y medianos productores arroceros durmieron frente a la Asamblea Legislativa clamando por un rescate que nunca llegó, mientras no se detuvieron los molinos de las grandes industrias procesadoras de arroz en granza importado.
Además de lo anterior, fue un año en que el Ejecutivo insistió con negociaciones de más tratados comerciales que amenazan directamente la sostenibilidad del sector agropecuario y el tipo de cambio siguió favoreciendo a los importadores de productos que sacan del mercado a los productores nacionales.
Para el economista y asesor externo del Grupo de Liderazgo de organizaciones agropecuarias Francisco Esquivel, “el balance es bastante negativo”. “En general este año ha sido malo para el agro, igual que los años anteriores porque siguen presentes los factores que afectan el desempeño del sector e incluso se agravan algunos. Hace 30 años la agricultura, la ganadería y sectores afines absorbían cerca del 13% de la producción nacional; hoy, absorben solo el 3%”.
De acuerdo con Guido Vargas, dirigente en la Unión Nacional de Pequeños y Medianos Productores (Upanacional), “el balance es negativo”. “La producción agrícola en Costa Rica tiene un año de indicadores negativos, está en recesión, una señal de la crisis profunda que está golpeando a la familia del agro, la familia del campo”.
Esquivel expuso que la producción agropecuaria nacional ha sido afectada en los últimos años por la apertura del comercio internacional y la baja en los aranceles a la importación, como los decretos emitidos como parte de la Ruta del Arroz; pero también por el tipo de cambio, que sigue bajando. Esquivel detalló que el dólar “estaba en ₡695 alrededor de junio de 2022, y ya va por ₡496 la semana pasada, es una baja del tipo de cambio del 28%; es una reducción muy importante para el importador”.
“Esto beneficia directamente al empresario importador, no necesariamente al consumidor porque el empresario aprovecha y se deja un diferencial, es la ganancia. El productor nacional tiene que competir con un precio mucho más bajo y hay una competencia desigual”, dijo el economista.
“El sector agrícola está jugando en una cancha dispareja, donde no se respeta lo negociado y lo pactado, sin apoyo ni respaldo, hay un abandono”, coincidió Vargas.
Según un análisis realizado por Esquivel, mientras en 2021 se importaron $170 millones de arroz, cebolla, raíces y tubérculos, carne vacuna y carne porcina, de acuerdo con estadísticas del Banco Central de Costa Rica (BCCR), “hoy estamos importando $370 millones por año; es decir, en tres años y medio el monto medido en dólares de esas importaciones ha aumentado $200 millones”. “Ese producto importado significa pérdida de mercado para el productor nacional y durante 2025 este fenómeno se agravó”.
La presidenta de la Corporación Hortícola Nacional, Aura Martínez, presentó un panorama crítico sobre el sector cebollero durante el encuentro “Balance de la situación del sector agropecuario costarricense”, realizado el 25 de septiembre y organizado por la Comisión institucional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Cisan) y la Facultad de Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Costa Rica (UCR), con el apoyo del Programa Estado de la Nación.
Entre enero y setiembre de este año ingresaron al país más de 6,3 millones de kilogramos de cebolla amarilla importada de países como Perú, Nicaragua, Chile y Argentina, un volumen desmesurado que ha desplazado el mercado a los productores nacionales, especialmente en cantones como Oreamuno, Alvarado y Cartago, que representan alrededor del 78% de la producción nacional, según Martínez.
Se perdieron 48.000 empleos desde 2019
Vargas enfatizó que el sector agropecuario ha reclamado permanentemente una política clara en diferentes manifestaciones y diálogo, sin éxito. “La crisis se agudiza, no se vislumbra ningún cambio positivo para la seguridad alimentaria, cada día se depende más de las importaciones. Los productores están afectados por los altos costos de producción y el tipo de cambio”, dijo.
Asimismo, afirmó que “hay una necesidad de asistencia técnica, transferencia de tecnología, investigación científica, inteligencia de mercado y búsqueda de mercados, que sí tienen los países desarrollados; pero aquí no ha habido esa agenda paralela. Además, la infraestructura nuestra está en muy malas condiciones y eso encarece los costos de producción y genera distorsión”, añadió.
Por su parte, Esquivel recalcó que una cantidad importante de productores han ido quebrando, perdiendo sus fincas, dejando la actividad o no pueden pagar lo que deben a los bancos.
El desempleo en el sector agropecuario sigue aumentando y se profundizó en los últimos tres años, aseveró el economista. En 2019, se registraban 240.000 personas trabajando en el sector agropecuario. Hoy esa cifra se sitúa en 198.000 personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), analizados por Esquivel.
Entre el tercer trimestre de 2019 y el tercer trimestre de 2025 se perdieron 42.000 empleos en el sector agropecuario; pero la caída más fuerte fue en los últimos años, cuando se perdieron 28.000 de esos puestos de trabajo (el 67%). Solo en 2025 se perdieron 8.000 empleos en el sector agropecuario, expuso Esquivel.
“Ese es el dato más trágico y más impactante para el sector agropecuario, ante el impacto de la apertura comercial y el aumento de la importación. Estamos frente a una destrucción lenta, o no tan lenta, del sector”, resaltó.
Sin embargo, “las autoridades de Gobierno insisten en profundizar en los factores que limitan la producción agropecuaria”, señaló Esquivel. “Comex insiste en impulsar la aprobación del ingreso de Costa Rica al Acuerdo Transpacífico, lo cual está demostrado que agravaría la crisis del sector agropecuario bajando aranceles a la importación de productos en donde la producción nacional ya enfrenta dificultades importantes y el ministro insiste en que eso es muy beneficioso”.
Esquivel aclaró que, si bien lo ocurrido con el sector agropecuario durante la actual administración es “el golpe final” de un sector que está “al borde del colapso total”, este proceso se viene dando desde hace 30 años, “cuando el país apostó todo a un modelo de apertura basado en exportaciones de zonas francas”.
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