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Pablo Deheza
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En un entorno marcado por la inestabilidad económica, la escasez de divisas y un mercado cada vez más desafiante para la industria nacional, Pinzones, una empresa cruceña dedicada al procesamiento de maní, logró lo que pocos esperaban: crecer 50% en 2025, consolidar presencia en ocho departamentos y transformarse en un referente emergente del sector alimentario. Detrás de ese ascenso está la historia de Luis Alberto Medina, un joven emprendedor que pasó de perderlo todo a reconstruir su futuro desde cero, combinando intuición comercial, creatividad digital y una lectura aguda del nuevo contexto del país.
«El dólar, yo pienso que estaba muy bajo. Era algo ficticio que estábamos viviendo, a mi parecer». La afirmación de Medina, fundador y propietario de Pinzones, puede sonar provocadora en medio del debate económico nacional, pero detrás de ella hay una historia empresarial que ilustra cómo algunas industrias locales están encontrando una oportunidad de crecimiento en medio de la escasez de divisas.
Medina hace una comparación contundente. «Arcor trae un maní con chocolate de 35 gramos que llegó a estar en Bs 10. Nosotros tenemos un maní con chocolate de iguales características en Bs 2. Quiero resaltar esa diferencia». Esa brecha de precios, antes inexistente, se convirtió en la ventaja competitiva que permitió a Pinzones crecer 50% en 2025 y proyectar seguir en esa senda durante el año próximo.
«Entraban productos de afuera muy baratos y estábamos matando a la industria nacional porque los productos de afuera eran incluso hasta más baratos que los productos nacionales», explica el joven empresario. «Cuando matamos a la industria nacional, estamos hablando de empresas que dan trabajo a bolivianos», remarca. Hoy Pinzones emplea directamente a 20 personas e indirectamente genera trabajo para por lo menos otras 200, considerando a los vendedores de sus distribuidores en ocho departamentos del país.
La estrategia de Medina también pasó por optimizar márgenes en lugar de perseguir volumen. Cuando la empresa Telchi quiso comprar su emprendimiento, una lección de sus gerentes lo marcó. «Hay empresas que venden Bs 2 millones y generan el 10% de utilidades. Es decir, Bs 200.000 de ganancia. Vos, vendiendo solo medio millón, puedes generar lo mismo si es que estructuras bien tu empresa», le dijeron. Esa filosofía le permitió mantenerse rentable sin necesidad de convertirse en una corporación gigante.
Pero ni el mejor contexto cambiario sirve sin una estrategia de mercado. Y aquí Pinzones escribió un manual de marketing digital para emprendedores sin presupuesto publicitario. El punto de quiebre llegó durante el paro cívico de 36 días en Santa Cruz. Con dos toneladas de producto a punto de arruinarse y sin dinero para pagar sueldos, Medina tuvo que despedir a todo su equipo.
La solución fue desesperada pero brillante. «Tuve que salir a los puntos de bloqueo a regalar ese producto y obviamente haciéndole publicidad. Y esa publicidad se hizo viral», recuerda. Cada entrega se convertía en contenido para redes sociales. Fue su esposa quien propuso llevar la estrategia a los colegios. El primer video en TikTok desde el Colegio Británico se viralizó.
La efectividad fue asombrosa. «De 100 colegios que visitamos, en 99 nos compraron. En uno no nos compraron porque no estaba la dueña del kiosko», cuenta. Cada visita se filmaba, se publicaba en TikTok y generaba demanda orgánica. «Los niños se enloquecieron por Pinzones», cuenta Medina. La estrategia no solo generó ventas inmediatas, sino que construyó marca sin gastar en publicidad tradicional.
«Mostrábamos en TikTok y el video se hacía viral. Y ahí consumía la gente y consumía, y nos quedábamos sin productos», describe. El círculo virtuoso de contenido-viralización-demanda-agotamiento de stock se convirtió en el motor de crecimiento de la empresa durante sus inicios.
La trayectoria de Luis Alberto Medina sintetiza una mezcla poco común de disciplina comercial, aprendizaje empírico y resiliencia personal: un vendedor corporativo tricampeón mundial que, sin estudios universitarios y tras perder casi medio millón de dólares a los 22 años, reconstruyó su vida desde cero y convirtió un pequeño emprendimiento en una empresa estructurada que hoy factura millones. Al delegar la gerencia en su padre, un reconocido ingeniero comercial, busca incorporar perfiles técnicos y profesionalizar sus procesos manteniendo una impronta familiar. Pinzones pasó de la urgencia a la expansión, con planes de diversificación y nuevas adquisiciones de maquinaria productiva para 2026.
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«El dólar, yo pienso que estaba muy bajo. Era algo ficticio que estábamos viviendo, a mi parecer». La afirmación de Medina, fundador y propietario de Pinzones, puede sonar provocadora en medio del debate económico nacional, pero detrás de ella hay una historia empresarial que ilustra cómo algunas industrias locales están encontrando una oportunidad de crecimiento en medio de la escasez de divisas.
Oportunidad
Medina hace una comparación contundente. «Arcor trae un maní con chocolate de 35 gramos que llegó a estar en Bs 10. Nosotros tenemos un maní con chocolate de iguales características en Bs 2. Quiero resaltar esa diferencia». Esa brecha de precios, antes inexistente, se convirtió en la ventaja competitiva que permitió a Pinzones crecer 50% en 2025 y proyectar seguir en esa senda durante el año próximo.
«Entraban productos de afuera muy baratos y estábamos matando a la industria nacional porque los productos de afuera eran incluso hasta más baratos que los productos nacionales», explica el joven empresario. «Cuando matamos a la industria nacional, estamos hablando de empresas que dan trabajo a bolivianos», remarca. Hoy Pinzones emplea directamente a 20 personas e indirectamente genera trabajo para por lo menos otras 200, considerando a los vendedores de sus distribuidores en ocho departamentos del país.
La estrategia de Medina también pasó por optimizar márgenes en lugar de perseguir volumen. Cuando la empresa Telchi quiso comprar su emprendimiento, una lección de sus gerentes lo marcó. «Hay empresas que venden Bs 2 millones y generan el 10% de utilidades. Es decir, Bs 200.000 de ganancia. Vos, vendiendo solo medio millón, puedes generar lo mismo si es que estructuras bien tu empresa», le dijeron. Esa filosofía le permitió mantenerse rentable sin necesidad de convertirse en una corporación gigante.
Marketing digital
Pero ni el mejor contexto cambiario sirve sin una estrategia de mercado. Y aquí Pinzones escribió un manual de marketing digital para emprendedores sin presupuesto publicitario. El punto de quiebre llegó durante el paro cívico de 36 días en Santa Cruz. Con dos toneladas de producto a punto de arruinarse y sin dinero para pagar sueldos, Medina tuvo que despedir a todo su equipo.
La solución fue desesperada pero brillante. «Tuve que salir a los puntos de bloqueo a regalar ese producto y obviamente haciéndole publicidad. Y esa publicidad se hizo viral», recuerda. Cada entrega se convertía en contenido para redes sociales. Fue su esposa quien propuso llevar la estrategia a los colegios. El primer video en TikTok desde el Colegio Británico se viralizó.
Éxito
La efectividad fue asombrosa. «De 100 colegios que visitamos, en 99 nos compraron. En uno no nos compraron porque no estaba la dueña del kiosko», cuenta. Cada visita se filmaba, se publicaba en TikTok y generaba demanda orgánica. «Los niños se enloquecieron por Pinzones», cuenta Medina. La estrategia no solo generó ventas inmediatas, sino que construyó marca sin gastar en publicidad tradicional.
«Mostrábamos en TikTok y el video se hacía viral. Y ahí consumía la gente y consumía, y nos quedábamos sin productos», describe. El círculo virtuoso de contenido-viralización-demanda-agotamiento de stock se convirtió en el motor de crecimiento de la empresa durante sus inicios.
La trayectoria de Luis Alberto Medina sintetiza una mezcla poco común de disciplina comercial, aprendizaje empírico y resiliencia personal: un vendedor corporativo tricampeón mundial que, sin estudios universitarios y tras perder casi medio millón de dólares a los 22 años, reconstruyó su vida desde cero y convirtió un pequeño emprendimiento en una empresa estructurada que hoy factura millones. Al delegar la gerencia en su padre, un reconocido ingeniero comercial, busca incorporar perfiles técnicos y profesionalizar sus procesos manteniendo una impronta familiar. Pinzones pasó de la urgencia a la expansión, con planes de diversificación y nuevas adquisiciones de maquinaria productiva para 2026.
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