El Tigre, en la lona

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Rafael Sempertegui

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Introducción: el torneo peor organizado de la historia llega a las semifinales que se juegan entre martes y jueves; una de ellas -Tigre y Nacional Potosí- se disputa con una diferencia menor a las 48 horas, aspecto prohibido por la FIFA. El sindicato de jugadores (¿existe?) no dice ni mu. Se juega con la salud de los futbolistas, verdaderos protagonistas del juego y nadie levanta la voz. Así nos va.

El Tigre pelea el cupo Bolivia 3 de la Libertadores; necesita para eso alcanzar la final. Ya tiene garantizado ser Bolivia 4, lo que significa ganar dos llaves para llegar a la fase de grupos; o sea, una epopeya.

Nacional Potosí viene al Siles con un buen/rápido equipo. Estamos los tres mil fieles de siempre en una noche fría y lluviosa. El Tigre es una iglesia con pocos feligreses. Sopla un gélido viento sur que azota una norte despoblada.

Nudo: la primera parte es para la “banda sangre” de Potosí, otrora (allá por el siglo XVII) capital del mundo, la ciudad más rica y poblada sobre la tierra conocida. Los del cruceño Leonardo Eguez van a llegar más y mejor al arco de Valdivia (la única nota positiva en esta recta final para el olvido). Roca es el lateral zurdo. Y Ursino es el enganche. Un penaltito (agarrón en el área, de los que no se pitan) permite el uno a cero para el dueño de casa. A la media hora empata con un golazo un viejo conocido de la parroquia del oro y el negro, el “Chiqui” Torres. En el último minuto, otro penaltito coloca el uno a dos, que será definitivo. Ursino se va lesionado antes de que acabe la primera parte. El Tigre es una enfermería de cojos, lisiados y tullidos; es un “hospital de sangre”, así se llamaban a los hospitales militares de campaña durante la Guerra del Chaco.

Desenlace: la segunda parte es para un Tigre que quiere pero no puede. Es Arrascaita contra el mundo. El gualdinegro es Amoroso-dependiente. Pero Joel, otro lesionado, ya está en la Argentina. El “Derribador” arrancó la temporada con un tridente de garantías (Chura-Amoroso-Triverio), sin los tres se ha convertido en un equipo sumamente limitado, mediocre, vulgar.

Los minutos de arrebato y furia se difuminan; la barra enciende medio centenar de bengalas que inundan de humo toda la cancha; viajamos en el tiempo y el espacio hacia la “Gran Niebla” de los 50 en Londres, la ciudad de Jack el Destripador.

Post-scriptum: el Tigre está en la lona, ha bajado los brazos y la guardia alta. Está desprotegido, a merced de los ganchos rivales. ¿Viajará a Potosí con el ánimo suficiente para otro milagro? ¿Tendrá la dirigencia del club -unida a última hora- billetera para armar un equipo de garantías para ir por la hazaña en Copa Libertadores?

(16/12/2025)

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