El gas redibuja el mapa energético regional en 2025

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Pablo Deheza

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El Panorama Energético de América Latina y el Caribe 2025, elaborado por la Organización Latinoamericana y Caribeña de Energía (OLACDE), confirma que la transición energética en Sudamérica no avanza en línea recta. En el Cono Sur, el gas natural vuelve a ocupar un lugar central como factor de seguridad energética y equilibrio macroeconómico. Además, es el respaldo de sistemas eléctricos cada vez más dependientes de fuentes renovables intermitentes.

“América Latina y el Caribe avanza en una transición energética justa, equitativa y resiliente”, sostiene el secretario ejecutivo de OLACDE, Andrés Rebolledo. Sin embargo, aclara que ese proceso debe considerar “la necesidad de adaptación de su sistema energético a los potenciales efectos del cambio climático”.

Argentina es el caso más elocuente. En 2024 alcanzó su mayor producción de petróleo desde 2003 y de gas desde 2006, con Vaca Muerta aportando más de la mitad del total nacional. La expansión de gasoductos, la reversión de flujos y la liberalización de exportaciones permitieron cerrar el año con un superávit energético de $us 5.668 millones. El gas, lejos de desaparecer, reaparece como ancla fiscal y plataforma exportadora, en tensión con los compromisos de descarbonización.

Bolivia​


Bolivia, por su parte, busca revertir la caída de su producción con el hallazgo de Mayaya Centro-X1, el mayor descubrimiento gasífero desde 2005. Según el informe, el campo podría aportar hasta 10 millones de metros cúbicos diarios y generar ingresos proyectados de $us 6.800 millones a lo largo de su vida útil. En paralelo, el país negocia con Brasil nuevos esquemas de integración energética, en un contexto de decadencia de los campos productores tradicionales.

Más al norte, Venezuela reingresa al tablero regional con el desarrollo del yacimiento offshore Cocuina–Manakin, en asociación con Trinidad y Tobago, marcando un hito en la explotación transfronteriza de gas. El proyecto apunta a abastecer petroquímica y GNL, y reabre la discusión sobre el rol del gas sudamericano en los mercados globales.

Electrificación​


Este renovado protagonismo del gas convive con una electrificación acelerada. Brasil sumó en 2024 casi 11 GW de nueva capacidad, el mayor incremento de su historia, con más del 90% proveniente de fuentes renovables. Chile cerró el año con cerca del 68% de su generación eléctrica basada en renovables y Uruguay alcanzó un 99%, consolidándose como referencia mundial. Sin embargo, el propio informe advierte que el crecimiento de la solar y la eólica está generando “incremento de los vertimientos de energía renovable, debido tanto a restricciones de los sistemas de transmisión y por las condiciones de variabilidad de la demanda”.

La dependencia climática es otro factor crítico. Sequías prolongadas, como las que afectaron a Brasil y al sistema andino en años recientes, ponen en evidencia la vulnerabilidad de matrices altamente hidráulicas. OLACDE subraya que la transición exige “una planificación mucho más orientada hacia la seguridad energética”, que contempla “el uso complementario de fuentes y tecnologías de abastecimiento de energía firme, sin afectar el proceso de descarbonización”. En ese marco, el almacenamiento, el gas natural e incluso la energía nuclear reaparecen como opciones de respaldo.

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