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Jenny Martínez
Guest
La hipocresía y la ceguera mental
Mucho revuelo ha causado la puesta en escena en una capilla religiosa desacralizada [sin utilización para labores religiosas] de una obra de teatro de la comunidad queer, en uno de los museos de la ciudad de Quito. El alcalde ha tenido que pedir disculpas porque la comunidad católica, ha visto en ella la venida de los cuatro jinetes del apocalipsis.
Nunca me ha gustado del catolicismo el dogma, la fe ciega, las mentes cuadradas, que no abren los ojos y contemplan el horizonte y otro mundo de posibilidades.
Los ateos nos han demostrado visión larga, y sobre todo nos enseñan a cuestionarlo todo, todo, incluso la existencia misma de Dios.
Algo similar sucedió con la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024. Cuando salió a intervenir un grupo queer celebrando al dios griego de la fiesta Baco, vieron allí una ofensa a la Última Cena de Da Vinci. Tenía razón Saramago con su Ensayo sobre la ceguera: “creo que estamos ciegos, somos ciegos que aun viendo, no ven”.
Jesucristo revolucionó su tiempo y practicaba el ama a tu prójimo como a ti mismo: sea afro, indígena, mestizo, blanco; hombre, mujer, homosexual, no binario; seres humanos.
La mejor religión es ser buena persona, pero para eso no están listos aquellos que tragan ostias como pasteles, y ni bien salen de la iglesia, hablan mal del sacerdote, del vecino, del indigente…
Como dicen los optimistas: la esperanza es lo último que se pierde, yo ya la perdí hace tiempo, la fe en la humanidad. Somos la única especie animal que ataca, manzilla y mata a sus semejantes. Depredadores de nosotros mismos.
Sin sentido y sin razón, lo único que nos queda es la desesperanza.
Pablo Virgili Benítez
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