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Pablo Deheza
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Brasil busca consolidarse como un actor estratégico en el mercado global de minerales críticos, particularmente en litio y tierras raras, aprovechando ventajas competitivas que lo posicionan por encima de sus vecinos sudamericanos. Con las segundas mayores reservas mundiales de tierras raras —21 millones de toneladas, solo superadas por China con 44 millones— y la quinta posición en reservas de litio con 1,2 millones de toneladas, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva ha apostado por atraer inversiones que no solo buscan extraer materias primas, sino construir cadenas de valor industrial completas.
«Contamos con minerales críticos y tierras raras. Estados Unidos no es rico en estos minerales. Podemos hacer un acuerdo de cooperación para producir baterías más eficaces», afirmó recientemente el ministro brasileño de Hacienda, Fernando Haddad, evidenciando la estrategia geopolítica detrás del impulso minero.
Sin embargo, el modelo brasileño contrasta marcadamente con el boliviano, especialmente en el tipo de yacimientos y los desafíos ambientales que cada uno enfrenta. Raúl Mayta, geólogo boliviano y especialista en recursos energéticos, explica las diferencias fundamentales. «Los brasileños tienen un litio que es diferente respecto al litio que tenemos en Bolivia. En Brasil sus yacimientos están asociados a unas rocas ígneas que se llaman pegmatitas. Por lo tanto, la explotación de estos proyectos es más del tipo minero, con socavones o diferentes tipos de tecnologías, no como el que nosotros tenemos, que es el procesamiento de las salmueras».
Esta diferencia tiene implicaciones importantes en términos de certificación ambiental. Mayta señala que los compradores europeos exigen un «pasaporte verde» para el litio.
A pesar de estas consideraciones ambientales, Brasil ha logrado generar un entorno atractivo para la inversión mediante tres pilares fundamentales: regulación flexible, acceso a energía barata e infraestructura consolidada.
En julio de 2022, Brasil eliminó las restricciones al comercio de litio que habían estado vigentes desde 1997, abriendo el país al comercio exterior y atrayendo empresas mineras nacionales e internacionales. El gobierno de Lula mantiene una política de soberanía nacional sobre estos recursos, estableciendo que las empresas pueden investigar bajo control gubernamental, pero no pueden vender sin consultar al Estado.
El Ministerio de Minas y Energía y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) lanzaron un Fondo de Inversión en Participaciones que movilizará hasta 1.000 millones de reales (unos $us 200 millones), con el objetivo de invertir en entre 15 y 20 empresas con proyectos de investigación minera. Adicionalmente, Brasil ofrece alrededor de $us 815 millones en financiamiento para proyectos de minerales estratégicos.
Uno de los factores más atractivos para las inversiones en Brasil es el costo de la energía eléctrica, significativamente inferior al de competidores como Australia. El sistema eléctrico brasileño está totalmente interconectado y cuenta con una matriz energética cuya principal fuente es la hidroeléctrica (90%), considerada una de las más confiables del mundo. Esta ventaja se traduce en menores costos operativos para proyectos intensivos en energía como el procesamiento de tierras raras.
Brasil supera los 30.000 kilómetros de vías férreas activas, consolidando su liderazgo regional en transporte ferroviario de carga. El estado de Minas Gerais, uno de los epicentros de la minería brasileña, cuenta con 2.500 km de ferrocarriles en operación que conectan con los puertos de Río de Janeiro, Vitória, Angra dos Reis y Salvador, facilitando las exportaciones.
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«Contamos con minerales críticos y tierras raras. Estados Unidos no es rico en estos minerales. Podemos hacer un acuerdo de cooperación para producir baterías más eficaces», afirmó recientemente el ministro brasileño de Hacienda, Fernando Haddad, evidenciando la estrategia geopolítica detrás del impulso minero.
Modelos
Sin embargo, el modelo brasileño contrasta marcadamente con el boliviano, especialmente en el tipo de yacimientos y los desafíos ambientales que cada uno enfrenta. Raúl Mayta, geólogo boliviano y especialista en recursos energéticos, explica las diferencias fundamentales. «Los brasileños tienen un litio que es diferente respecto al litio que tenemos en Bolivia. En Brasil sus yacimientos están asociados a unas rocas ígneas que se llaman pegmatitas. Por lo tanto, la explotación de estos proyectos es más del tipo minero, con socavones o diferentes tipos de tecnologías, no como el que nosotros tenemos, que es el procesamiento de las salmueras».
Esta diferencia tiene implicaciones importantes en términos de certificación ambiental. Mayta señala que los compradores europeos exigen un «pasaporte verde» para el litio.
A pesar de estas consideraciones ambientales, Brasil ha logrado generar un entorno atractivo para la inversión mediante tres pilares fundamentales: regulación flexible, acceso a energía barata e infraestructura consolidada.
Marco regulatorio
En julio de 2022, Brasil eliminó las restricciones al comercio de litio que habían estado vigentes desde 1997, abriendo el país al comercio exterior y atrayendo empresas mineras nacionales e internacionales. El gobierno de Lula mantiene una política de soberanía nacional sobre estos recursos, estableciendo que las empresas pueden investigar bajo control gubernamental, pero no pueden vender sin consultar al Estado.
El Ministerio de Minas y Energía y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) lanzaron un Fondo de Inversión en Participaciones que movilizará hasta 1.000 millones de reales (unos $us 200 millones), con el objetivo de invertir en entre 15 y 20 empresas con proyectos de investigación minera. Adicionalmente, Brasil ofrece alrededor de $us 815 millones en financiamiento para proyectos de minerales estratégicos.
Ventajas clave
Uno de los factores más atractivos para las inversiones en Brasil es el costo de la energía eléctrica, significativamente inferior al de competidores como Australia. El sistema eléctrico brasileño está totalmente interconectado y cuenta con una matriz energética cuya principal fuente es la hidroeléctrica (90%), considerada una de las más confiables del mundo. Esta ventaja se traduce en menores costos operativos para proyectos intensivos en energía como el procesamiento de tierras raras.
Brasil supera los 30.000 kilómetros de vías férreas activas, consolidando su liderazgo regional en transporte ferroviario de carga. El estado de Minas Gerais, uno de los epicentros de la minería brasileña, cuenta con 2.500 km de ferrocarriles en operación que conectan con los puertos de Río de Janeiro, Vitória, Angra dos Reis y Salvador, facilitando las exportaciones.
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