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Erin Maglaque
Guest
El cristianismo no lidió con el deseo del mismo modo en que lo venían haciendo los romanos, y estos a su vez se habían diferenciado, en eso, de los griegos antiguos. Cada nueva era cultural se plantea el problema de lo inmanejable del deseo y de los modos en que es posible encauzarlo, someterlo o aprovecharlo. Diarmaid MacCulloch escribió una nueva historia de cómo el cristianismo se plantó, en sus distintos momentos, ante este asunto, y de qué modo las posturas frente al género y la sexualidad se están transformando permanentemente.
“Que me bese con los besos de su boca”. Así empieza el libro más erótico de la Biblia, el Cantar de los Cantares. “Sin duda esta forma de comenzar… no es un comienzo”, señaló Bernard de Clairvaux a principios del siglo XII durante un sermón dirigido a sus compañeros de claustro, todos monjes célibes. Y tenía razón, desde luego. La mujer del Cantar de los Cantares no empieza por el comienzo, sino q...
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