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Faustina Agüero
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El arzobispo metropolitano de Asunción dedicó su homilía a un tema que atraviesa el momento político y social del país: la necesidad impostergable de practicar la justicia. El prelado advirtió que esta exigencia no es solo un mandato evangélico, sino una urgencia nacional frente a la profunda crisis moral, económica e institucional que vive Paraguay.
Resaltó que se debe practicar la justicia para enfrentar la corrupción, la impunidad y las heridas sociales que afectan a la sociedad.
Martínez centró su mensaje en el pasaje evangélico que afirma: “Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber”, remarcando que practicar la justicia significa en palabras de Jesús atender las necesidades reales de los más vulnerables.
Para el purpurado, la justicia se expresa en tres ámbitos esenciales: la alimentación, la inserción social y la libertad, recordando que el sufrimiento humano no es un concepto abstracto, sino una realidad cotidiana que exige respuestas concretas.
También hizo un llamado a fortalecer el sistema republicano y el equilibrio de poderes como garantía de decisiones orientadas al Bien Común. Afirmó que practicar la justicia es esencial para “superar la crisis moral y económica actual”, y subrayó que la corrupción es “la fuente que atenta contra el bien común”, dañando especialmente a los más vulnerables.
Señaló que quienes poseen riquezas y poder tienen una responsabilidad moral: no utilizar sus influencias para corromper el sistema, sino actuar con rectitud y honestidad.
Caacupé: "Sin conversión social, política y económica no hay futuro", advierte monseñor Pistilli
La máxima autoridad de la Iglesia en Paraguay advirtió que la justicia “no siempre está al alcance de todos” y que la ciudadanía lo percibe cuando las decisiones públicas parecen depender de “influencias o recursos”.
No dejó pasar la oportunidad para referirse a las inquietudes de los jubilados municipales, e invitó a las autoridades a seguir buscando caminos de solución que hagan justicia a este sector. Asimismo, recordó la importancia de una gestión responsable y transparente de los fondos previsionales incluyendo los del Instituto de Previsión Social, que debe estar orientada al bienestar de los aportantes.
“No solo es necesario administrar bien, sino también ampliar las oportunidades para que más trabajadores puedan dejar la informalidad y acceder a una jubilación digna. Avanzar hacia un sistema previsional más inclusivo sería un paso significativo en favor de la justicia social y del bienestar de numerosas familias en nuestro país”, dijo el Cardenal.
Reiteró que la corrupción es la fuente que atenta contra el bien común y la justicia; perjudica directamente a los más vulnerables. “Quienes tienen riqueza y poder, lejos de usarlos para corromper el sistema, tienen una responsabilidad moral de combatirla y así crear para los ciudadanos, mismas oportunidades, derechos y obligaciones”, expresó.
A la vez, lamentó que muchos ciudadanos humildes sigan enfrentando situaciones de injusticia extrema: niños indígenas y campesinos sin acceso a lo básico; enfermos graves sin medicamentos; jóvenes atrapados en cárceles abarrotadas y bajo esquemas criminales; personas con adicciones abandonadas a su suerte; familias enteras viviendo hacinadas por falta de empleo digno, servicios públicos y oportunidades reales. Frente a estos rostros concretos del sufrimiento, insistió en recordar las palabras de Jesús: “Cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.
En un gesto significativo, alentó a jueces y fiscales honestos a seguir actuando con independencia, asegurando que “no están solos” y que existe una ciudadanía vigilante que acompaña sus esfuerzos. Su mensaje se interpretó como un apoyo público a quienes dentro del sistema de justicia intentan resistir presiones políticas o mafiosas.
Martínez también dirigió su mirada hacia la población en general. Recordó que la injusticia no nace únicamente de grandes estructuras, sino de las prácticas diarias: aceptar o dar coimas, evadir responsabilidades, buscar atajos, no pagar lo que corresponde o aprovecharse de los demás.
“Todos contribuimos a construir o debilitar la justicia”, indicó, enfatizando que la transformación social comienza por la rectitud personal.
Finalmente, insistió en que no existe “la Iglesia de ustedes y la Iglesia de nosotros”, sino un único pueblo llamado a trabajar por el bien común, superar divisiones y comprometerse con la verdad y la justicia.
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Resaltó que se debe practicar la justicia para enfrentar la corrupción, la impunidad y las heridas sociales que afectan a la sociedad.
Martínez centró su mensaje en el pasaje evangélico que afirma: “Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber”, remarcando que practicar la justicia significa en palabras de Jesús atender las necesidades reales de los más vulnerables.
Para el purpurado, la justicia se expresa en tres ámbitos esenciales: la alimentación, la inserción social y la libertad, recordando que el sufrimiento humano no es un concepto abstracto, sino una realidad cotidiana que exige respuestas concretas.
También hizo un llamado a fortalecer el sistema republicano y el equilibrio de poderes como garantía de decisiones orientadas al Bien Común. Afirmó que practicar la justicia es esencial para “superar la crisis moral y económica actual”, y subrayó que la corrupción es “la fuente que atenta contra el bien común”, dañando especialmente a los más vulnerables.
Señaló que quienes poseen riquezas y poder tienen una responsabilidad moral: no utilizar sus influencias para corromper el sistema, sino actuar con rectitud y honestidad.
Caacupé: "Sin conversión social, política y económica no hay futuro", advierte monseñor Pistilli
No hay justicia al alcance todos
La máxima autoridad de la Iglesia en Paraguay advirtió que la justicia “no siempre está al alcance de todos” y que la ciudadanía lo percibe cuando las decisiones públicas parecen depender de “influencias o recursos”.
No dejó pasar la oportunidad para referirse a las inquietudes de los jubilados municipales, e invitó a las autoridades a seguir buscando caminos de solución que hagan justicia a este sector. Asimismo, recordó la importancia de una gestión responsable y transparente de los fondos previsionales incluyendo los del Instituto de Previsión Social, que debe estar orientada al bienestar de los aportantes.
“No solo es necesario administrar bien, sino también ampliar las oportunidades para que más trabajadores puedan dejar la informalidad y acceder a una jubilación digna. Avanzar hacia un sistema previsional más inclusivo sería un paso significativo en favor de la justicia social y del bienestar de numerosas familias en nuestro país”, dijo el Cardenal.
La corrupción
Reiteró que la corrupción es la fuente que atenta contra el bien común y la justicia; perjudica directamente a los más vulnerables. “Quienes tienen riqueza y poder, lejos de usarlos para corromper el sistema, tienen una responsabilidad moral de combatirla y así crear para los ciudadanos, mismas oportunidades, derechos y obligaciones”, expresó.
A la vez, lamentó que muchos ciudadanos humildes sigan enfrentando situaciones de injusticia extrema: niños indígenas y campesinos sin acceso a lo básico; enfermos graves sin medicamentos; jóvenes atrapados en cárceles abarrotadas y bajo esquemas criminales; personas con adicciones abandonadas a su suerte; familias enteras viviendo hacinadas por falta de empleo digno, servicios públicos y oportunidades reales. Frente a estos rostros concretos del sufrimiento, insistió en recordar las palabras de Jesús: “Cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”.
En un gesto significativo, alentó a jueces y fiscales honestos a seguir actuando con independencia, asegurando que “no están solos” y que existe una ciudadanía vigilante que acompaña sus esfuerzos. Su mensaje se interpretó como un apoyo público a quienes dentro del sistema de justicia intentan resistir presiones políticas o mafiosas.
Martínez también dirigió su mirada hacia la población en general. Recordó que la injusticia no nace únicamente de grandes estructuras, sino de las prácticas diarias: aceptar o dar coimas, evadir responsabilidades, buscar atajos, no pagar lo que corresponde o aprovecharse de los demás.
“Todos contribuimos a construir o debilitar la justicia”, indicó, enfatizando que la transformación social comienza por la rectitud personal.
Finalmente, insistió en que no existe “la Iglesia de ustedes y la Iglesia de nosotros”, sino un único pueblo llamado a trabajar por el bien común, superar divisiones y comprometerse con la verdad y la justicia.
Caacupé: Obispo advierte que la corrupción destruye la confianza y la vida digna en Paraguay
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