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Fausto Segovia Baus
Guest
Esta pregunta ronda por algunos escenarios académicos, políticos y económicos y, por supuesto, en los ámbitos profesionales del periodismo y la comunicación.
Ejerzo el periodismo desde octubre de 1985, cuando el Diario El Comercio mantenía el sistema tradicional: linotipos, escritura en máquinas de escribir, fotografías en planchas e ilustraciones en tinta; noticias por cable, fax y fotocomposición, armada con rodillo y cera, fotomecánica e impresión.
Luego llegó la Macintosh, una maquinita prodigiosa que revolucionó la redacción y la edición de textos y gráficas; se eliminó la fotocomposición manual y con el advenimiento de los escáneres y un habilidoso ratón (mouse) y varios programas -con códigos personales-, el periodismo digital cambió todo.
Esta revolución inédita continúa a grandes pasos con la Internet, las aplicaciones electrónicas y la versatilidad de la información que, poco a poco, ha trasladado la producción desde los periodistas profesionales, en salas de redacción físicas, a espacios virtuales en los cuales los protagonistas son los lectores. A lo anterior se añade la incidencia de la inteligencia artificial.
¿Está amenazado el periodismo? Los indicios apuntan al nacimiento de un nuevo tipo de periodismo, cuyas alertas ya han puesto de manifiesto algunas universidades y centros de investigación. Hay realidades inocultables: la diversidad de fuentes, la influencia positiva y -en muchos casos- nociva de las redes sociales que difunden noticias no contrastadas; la vigencia del anonimato y la inteligencia artificial como modalidades emergentes, sin códigos de ética, instaladas en la denominada posverdad.
También hay que reconocer que la conciencia crítica de la sociedad, ha liberado energías otrora reprimidas, mediante auto convocatorias y expresiones ciudadanas diferentes a las informaciones oficiales que, supuestamente, han caído en descrédito.
Nadie discute el valor del periodismo como profesión instalada en la verdad, la libertad y la responsabilidad, en contextos determinados. Pero esos valores están ahora en entredicho, sobre todo si forman parte de un poder o contrapoderes que, según algunos especialistas, podrían desorientar a la opinión pública.
Estas distorsiones están sustituyendo al criterio pluralista, al valor del periodismo para el rescate de la memoria social y del pensamiento crítico de la sociedad.
El nuevo periodismo digital está en marcha. Es importante apostar por la credibilidad de los medios de comunicación, con periodistas bien formados y actualizados, en favor de los valores ciudadanos -y el principal es la libertad-. El tema es, pues, candente, digno de un debate plural donde el telón de fondo sea la defensa del sistema democrático y sus principios fundamentales.
El periodismo profesional -en esencia- no está amenazado, pero sí en riesgo, si los métodos, modelos, herramientas y sistemas de ejercerlo no responden a los desafíos actuales con nuevos formatos y contenidos -creativos y disruptivos- de comunicación digital en audiencias emergentes y autónomas.
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Ejerzo el periodismo desde octubre de 1985, cuando el Diario El Comercio mantenía el sistema tradicional: linotipos, escritura en máquinas de escribir, fotografías en planchas e ilustraciones en tinta; noticias por cable, fax y fotocomposición, armada con rodillo y cera, fotomecánica e impresión.
Luego llegó la Macintosh, una maquinita prodigiosa que revolucionó la redacción y la edición de textos y gráficas; se eliminó la fotocomposición manual y con el advenimiento de los escáneres y un habilidoso ratón (mouse) y varios programas -con códigos personales-, el periodismo digital cambió todo.
Esta revolución inédita continúa a grandes pasos con la Internet, las aplicaciones electrónicas y la versatilidad de la información que, poco a poco, ha trasladado la producción desde los periodistas profesionales, en salas de redacción físicas, a espacios virtuales en los cuales los protagonistas son los lectores. A lo anterior se añade la incidencia de la inteligencia artificial.
¿Está amenazado el periodismo? Los indicios apuntan al nacimiento de un nuevo tipo de periodismo, cuyas alertas ya han puesto de manifiesto algunas universidades y centros de investigación. Hay realidades inocultables: la diversidad de fuentes, la influencia positiva y -en muchos casos- nociva de las redes sociales que difunden noticias no contrastadas; la vigencia del anonimato y la inteligencia artificial como modalidades emergentes, sin códigos de ética, instaladas en la denominada posverdad.
También hay que reconocer que la conciencia crítica de la sociedad, ha liberado energías otrora reprimidas, mediante auto convocatorias y expresiones ciudadanas diferentes a las informaciones oficiales que, supuestamente, han caído en descrédito.
Nadie discute el valor del periodismo como profesión instalada en la verdad, la libertad y la responsabilidad, en contextos determinados. Pero esos valores están ahora en entredicho, sobre todo si forman parte de un poder o contrapoderes que, según algunos especialistas, podrían desorientar a la opinión pública.
Estas distorsiones están sustituyendo al criterio pluralista, al valor del periodismo para el rescate de la memoria social y del pensamiento crítico de la sociedad.
El nuevo periodismo digital está en marcha. Es importante apostar por la credibilidad de los medios de comunicación, con periodistas bien formados y actualizados, en favor de los valores ciudadanos -y el principal es la libertad-. El tema es, pues, candente, digno de un debate plural donde el telón de fondo sea la defensa del sistema democrático y sus principios fundamentales.
El periodismo profesional -en esencia- no está amenazado, pero sí en riesgo, si los métodos, modelos, herramientas y sistemas de ejercerlo no responden a los desafíos actuales con nuevos formatos y contenidos -creativos y disruptivos- de comunicación digital en audiencias emergentes y autónomas.
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