¿De qué se ríen los quiteños? Humor, salud mental y fiesta en tiempos difíciles

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Gabriela Quiroz

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Mientras Quito se llena de música y chivas por sus fiestas, una pregunta queda en el aire: ¿Los quiteños están riendo más… o es solo una pausa en medio del estrés diario? El humor se vuelve espejo del ánimo colectivo, y este reportaje explora su impacto en el bienestar emocional de una ciudad en tensión.

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¿Por qué reír importa?​


Porque en Quito reír se volvió un acto de supervivencia emocional. Los datos lo confirman:

  • 1 de cada 4 quiteños (24,7%) reconoce tener un problema de salud mental.
  • 8 de cada 10 personas (80,7%) vive con algún nivel de estrés.
  • La situación económica es la principal causa de estrés en la ciudad, seguida por la falta de tiempo (12,7%) y los conflictos interpersonales (10,6%).
    ° Datos de la Encuesta Distrital de Salud Mental 2024 (1 392 hogares).
  • A escala nacional, 46% de ecuatorianos reporta haber tenido un diagnóstico de salud mental. Ansiedad y depresión son los cuadros más prevalentes.
  • Casi 6 de cada 10 ecuatorianos consideran que tener algún diagnóstico es un estigma.
    ° Fuente: Estudio El Desafío Invisible: Salud Mental en el Trabajo (Multitrabajos + Combo).

En un contexto así, la risa no es superficial: es un regulador emocional colectivo. Hablar del humor en Quito es hablar de cómo la ciudad gestiona el miedo, el cansancio y la incertidumbre.

Mauricio Rodríguez, terapeuta de la risa, en una de sus sesiones para mejorar el clima laboral. Foto: Cortesía Mauricio Rodríguez

Mauricio Rodríguez, terapeuta de la risa, en una sesión para mejorar el clima laboral. Foto: Cortesía

El impacto de una sesión de terapia de la risa​


Brazos cruzados. Sonrisas tímidas que dejan ver curiosidad mezclada con escepticismo. Posturas encorvadas, rostros con tensión en frente y mandíbula, mirada cansada o vidriosa. La persona llega cargada del tráfico, las demandas laborales, las preocupaciones familiares. Aunque estén físicamente en grupo, su atención está en sus problemas. Hay poca conexión visual con los demás. Estas son algunas de características que muestran la gente al llegar a una sesión con Mauricio Rodríguez, terapeuta de la risa.

La metamorfosis tras 90-120 minutos de risa​


Lo que comienza como un ejercicio grupal termina en una transformación integral:

  • El cuerpo habla. Los rostros se suavizan, las frentes se liberan de tensión y los hombros caen relajados. La respiración se vuelve profunda y abdominal. Los ojos recuperan su brillo. Mejillas sonrosadas y manos cálidas muestran circulación revitalizada.
  • La emoción se abre paso. Lo que predomina es una alegría serena. Una frase que se repite: “No me reía así desde hacía años”.
  • La conexión social se intensifica. Donde antes había distancia, ahora surgen abrazos, palmadas en la espalda y miradas sostenidas. La risa se contagia y se multiplica.
  • La mente se despeja. El ruido de los pensamientos estresantes se disipa. En ese estado de ligereza, la creatividad florece.

La risa funciona como válvula emocional real en entornos cargados de estrés laboral. El burnout es hoy uno de los ejes del malestar mental en Quito.

Acumulación de tensión detrás de la risa en Quito​


Quito vive una acumulación de tensiones que se filtran en el ánimo colectivo:

  • 2019: Estallido social en octubre por medidas económicas. El humor político y la ironía se convierten en un mecanismo de distensión ante la incertidumbre.
  • 2020–2021: Pandemia por covid 19. La ansiedad se vuelve transversal; el humor digital se expande como válvula colectiva.
  • 2022–2024: Inseguridad, crisis económica y ola migratoria. Crece el burnout laboral, el estrés doméstico y el miedo cotidiano. El consumo de contenido humorístico explota en redes sociales.
  • 2025: La percepción de presión emocional sigue en aumento. También crece el microteatro humorístico, el stand up, las cuentas cómicas en TikTok y las prácticas de risoterapia corporativa.
El psicólogo clínico y profesor de la USFQ, Carlos Hermosa explica que la risa tiene un efecto amortiguador en el impacto que tienen los eventos estresantes de la vida en nuestra salud”.

Entre risas en Quito​


Jorge Palacios es un sismógrafo del ánimo capitalino. En cada show mide la tensión de la ciudad, lo que funciona, lo que ya no da risa y lo que remueve nervios. “Hay una necesidad fuerte de reír”, dice. Y, con tanta mala noticia todos los días, “reír es casi un acto de supervivencia”.

Luis Tapia es una voz ciudadana. Tiene 39 años y resume así desde su experiencia: “A veces es reír para no llorar. Pero funciona. “Entendí que el simple gesto de sonreír frente al espejo hace que el cerebro busque motivos por cual estoy riendo y hace el día más llevadero. Es entender la película Intensamente”.

Disfruta de ver stand up, memes, videos. Chimbacalle es el barrio en donde más ha sentido el humor quiteño. “Literalmente es la casa del jabonero, en donde el que no cae resbala, pero con respeto”.

Palacios también admite algo clave: La comedia no es terapia. “Es esa cosa linda donde todos nos reímos juntos de lo que nos está rompiendo por dentro”. Su observación coincide con Carlos Hermosa y Mauricio Rodríguez: la risa no cura, pero acompaña, descomprime, afloja. Rodríguez también aporta un dato vital: La risa real aparece después del minuto 15. Antes de eso, el cuerpo está defendido. Esto explica mucho del humor quiteño: se demora en aflojar, pero cuando aparece, alivia de verdad.

¿Cuántos reímos a diario según la ciencia?​


La risa tiene fundamentos biológicos. La neurociencia confirma que activa circuitos cerebrales que funcionan como freno de emergencia emocional. El psicólogo Carlos Hermosa explica que al reír se activan corteza prefrontal, en la cual se procesa el chiste; el sistema límbico que incluye la amígdala y el hipotálamo, en los que se codifica la emoción. También interactúa el circuito de recompensa que incluye el núcleo accumbens que está asociado a la liberación de dopamina, que genera placer. A nivel hormonal, suele aumentar dopamina, endorfinas y en ciertos casos oxitocina, especialmente en risa compartida. Se reducen marcadores como el cortisol que es una hormona asociada al estrés.

Según el estudio: El poder curativo de la risa, de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., a diario adultos y niños ríen, en promedio:

  • Adultos: 15 risas al día
  • Niños: 400 risas al día
    → 26 veces más.

Esto significa:

  • Adulto: 5 475 risas al año
  • Niño: 146 000 risas al año
  • El contraste revela la magnitud del desgaste emocional adulto.

¿De qué se ríen los quiteños?​

  • El caos cotidiano (trámites, transporte, clima, burocracia). Es el humor más universal y más compartido. Jorge Palacios lo confirma: La exageración de lo cotidiano es lo que más funciona.
  • La política y la inseguridad… pero desde la ironía. No se ríen del delito; se ríen del miedo compartido. Es un mecanismo de desactivación emocional, no de burla. Rodríguez lo llama “humor catártico”: el miedo se vuelve soportable al exagerarlo.
  • La economía. Memes sobre: precios altos, alquileres, sueldos, quincena líquida, sobrevivencia…
  • De nosotros mismos: la autoironía quiteña. “Nos reímos de nosotros porque nos reconocemos”, dice Palacios. Es un humor íntimo, cómplice, muy local.

Quito celebra sus fiestas, sí. Pero también exhala. Y en esa exhalación, la risa -esa que baja el cortisol- se vuelve un recurso emocional urgente. No porque se olvide lo que pasa, sino porque se requiere fuerza para seguir caminando. Aunque Hermosa también advierte que hay una delgada línea entre el humor saludable y uso asociado a la evitación emocional o negación de la realidad.

Luis Tapia lo dice así: “El día que no sonrías considéralo un día perdido”.


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